Crónicas
Urgentes
De miedo
Por Claudia
Constantino
Poder caminar las calles de Xalapa, tarde por
la noche, por mucho tiempo le valió a la ciudad la denominación de
“provinciana”. Andar el centro era cosa
de todos los días para trabajadores y vecinos del área de Los Berros; Los
Tecajetes; El Parque Juárez; el paseo de Los Lagos. Ningún peligro al acecho. El viernes pasado,
Luis, volvía de una reunión a eso de las dos de la mañana y subiendo por
Azueta, dos tipos drogados y armados con una navaja, le salieron al paso
quitándole su reloj, cartera, celular y lentes.
― Ni para que oponer resistencia, en
seguida les di todo; me explica.
— ¿Denunciaste el robo?
— No, qué miedo; seguramente los
policías de la zona estarán coludidos, porque ni una sola patrulla en cuadras y
cuadras, concluye.
Una señora fue atacada por un sujeto
que no quedó claro si quería robarla o violarla, pero lo cierto es que le hizo
daño. Sí presentó la denuncia de lo ocurrido en el Cerro de Macuiltépetl, a plena
luz del día. No le faltan “conocidos influyentes”, pero de su agresor, aún no
se sabe nada.
En el diplomado al que asisto, tengo de compañera a la hija de una
médico forense en funciones. Así, mi compañera, está enterada de que ha habido
dos mujeres muertas, tras ser violadas, en la misma zona; busco en los medios:
no hay ninguna noticia al respecto, como no lo hubo del caso anterior
mencionado.
Hace unos días, el vehículo de la
comunicadora Liz Mariana Bravo, fue robado, en pleno centro de la ciudad y
gracias a su rápida denuncia en las redes y a la participación de sus seguidores,
el vehículo fue recuperado.
En el edificio frente a mi casa, un
hombre fue hallado “in fraganti”, mientras robaba cuanto encontró de valor y le
cupiera en la mochila que llevaba, gracias a la intervención de los vecinos,
fue capturado y puesto a disposición de la autoridad que pocos días después le
dejó en libertad, según el indignado testimonio de su víctima frustrada.
También el apartamento de mi padre, en la avenida Allende, frente a
las oficinas de la CFE, fue saqueado por algún maleante a eso del medio día.
Nadie vio nada sospechoso, nunca dieron con el responsable; el robo fue
denunciado en su oportunidad.
Cuando “se sabe” algo sobre balaceras y persecuciones, la versión
oficial es que son “exitosos operativos”, en los que la autoridad sale
triunfante. Nada pasa en Veracruz. El gobernador Javier Duarte, y su “grupo de
coordinación”, dicen hoy en todos los medios, que tienen: “todo bajo control”,
y que: “no hay focos rojos”.
Lo cierto es que es una imprudencia por estos días caminar a solas,
o hasta en compañía por las calles de Xalapa y varias otras ciudades del estado,
después de cierta hora; no sólo de noche se realizan los robos a casas
habitación; de vehículos; o a transeúntes. Este recuento de riesgos no es nada más parte
del anecdotario que adereza reuniones sociales o de trabajo. Todos conocemos a
alguien que ha sufrido los inconvenientes de la delincuencia en alguna de sus
variantes.
Cada vez hay más fraccionamientos con seguridad propia: cámaras de
vigilancia; “policía preventiva”; control de acceso; acuerdos con la autoridad
para poner “especial atención” en su zona, etcétera. Y, es más notoria la “seguridad” que emplean
empresarios prominentes y funcionarios. ¿Y los que no tienen con qué pagar esos
nuevos lujos? ¿Y los de a pie? “Ni tienen qué les roben”, ha dicho un
funcionario de los más cínicos. Pero sí tienen: la tranquilidad y en algunos
casos, hasta la vida.
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