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Un día si y al otro también. Esa parece ser la
dinámica de los gobiernos en México, que todavía no sale el pueblo de un
“garrotazo” cuando ya le están dando otro.
Ahora,
no conforme el ejecutivo federal con la privatización de la industria petrolera
y eléctrica quieren enjaretarnos el pasivo de Petróleos Mexicanos y de la
Comisión Federal de Electricidad, como ya lo aprobaron las comisiones unidas de
Energía y de Presupuesto de la Cámara de Diputados la semana pasada.
¿Pensarán
estos políticos neoliberales del Partido Revolucionario Institucional y de
Acción Nacional que estamos hechos de acero, como superman, y que no comemos,
no vestimos, no nos enfermamos, no tenemos hijos que vayan a la escuela?
Desde
que el diputado tricolor Roque Espinoza Villanueva nos hizo la “roque-señal” el
17 de marzo de 1995, con la que nos aumentaron los legisladores del PRI y del
PAN (para variar), el Impuesto al Valor Agregado en un 50% al pasar del 10 al
15 por ciento, los mexicanos no hemos sentido lo duro sino lo tupido, porque a
partir de allí los niveles de vida se han derrumbado estrepitosamente, a tal
grado que los porcentajes de pobreza empezaron a multiplicarse, y los cinturones
de miseria empezaron aparecer en los centros urbanos.
En esa
ocasión el gobierno federal nos dijo que el aumento al IVA era necesario,
prácticamente para salvar al país de una mega crisis económica que tendría
consecuencias peores si no tomaban esa medida. Pero que con ella la sociedad
viviría mejor, dado que se generarían empleos con salarios bien remunerados.
Nada de
esa promesa fue cierta. Más adelante en marzo de 1998 el entonces presidente
Ernesto Zedillo Ponce de León envió a la Cámara de Diputados del Congreso de la
Unión cuatro decretos para crear el Fondo Bancario de Protección al Ahorro
(FOBAPROA), a través del cual se convertía en deuda pública todos los pasivos
de la banca privada por casi 552,000 mil millones de pesos, para que la
pagáramos nosotros, la sociedad mexicana en general, en aras que los pobres
banqueros no sufrieran perjuicio patrimonial alguno.
Vale la
pena aclarar que hasta la fecha seguimos pagando esa deuda a estos sufridos
hombres y mujeres de cuello blanco, uno de ellos dueño hasta de una isla exótica, y que más adelante
les vendieron a bancos extranjeros para aumentar sus riquezas. De esa forma, el
pueblo seguía empobreciéndose pero los varones del dinero, con el apoyo del
gobierno priísta de esa época, seguían concentrando grandes cantidades de
recursos económicos.
Esa ha
sido la historia de las masas sociales nacionales: sacrificar sus ingresos y
bienestar en aras “del desarrollo de México”. Un desarrollo que nunca ha
llegado por más promesas que tanto los gobiernos Priístas y panistas nos han
hecho desde que el modelo desarrollista culminó en 1976, año en que se registro
la mayor capacidad de compra del salario.
Cuando
no han sido devaluaciones han sido creación de nuevos impuestos; cuando no han
sido aumentos al IVA han sido al ISR, cuando no han sido corruptelas de los
mismos hombres y mujeres del gobierno han sido condonación de impuestos a los
multimillonarios de este país, pero los trabajadores del campo y de la ciudad, así
como los integrantes de la clase media siguen empobreciéndose porque no solo no
tienen empelo, o un empleo mal remunerado al que le aumentan cada año dos pesos
diarios, sino porque las instituciones sociales que fueron creadas por la
revolución para compensar esos bajos salarios ya no funcionan como antes,
porque ese mismo gobierno, en corrupción con la iniciativa privada, los ha
dejado deteriorarse a propósito.
Hoy ya
no te puedes enfermar porque si vas al Seguro Social ya no te atienden porque
llevan años sin más camas hospital, sin aumentar la capacidad de atención
quirúrgica, sin contratar más personal para diagnóstico o atención hospitalaria
y lo que es peor, sin medicinas. Llegar a las áreas de urgencias del ISSSTE o
del IMSS es deprimente porque los enfermos están tirados en el piso porque ni
camillas tienen. Poco falta para que se mueran los enfermos de la impresión y
mal trato, no por negligencia de le los cuerpos médicos de esos nosocomios,
sino por el exceso de trabajo.
Pero a
los ricos y los corruptos hay que seguirlos rescatando, hay que pagarles los
robos que hicieron durante sus gobiernos, mandatos o liderazgos. Hoy le toca el
turno a los holgazanes líderes del sindicato petrolero y del sector eléctrico
que llevan vida de sultanes, robando en complicidad con los funcionarios de
esas paraestatales que seguramente los va a ver usted como miembros de los
Consejos de Administración de los Trust petroleros y eléctricos que llegarán
con la privatización de esas dos industrias. El pasivo de 1.9 BILLONES de pesos
que tienen, los diputados del PRI y del PAN así como los verdes y panales ya
aprobaron que los paguemos nosotros, los que pagamos los recibos de luz altos,
los que pagamos las gasolinas y el diesel cada mes mas caros, y las mujeres que
cada que se les acaba el gas sufren para comprar el nuevo tanque.
El
pueblo ha rescatado a los banqueros, hágame usted favor. El pueblo paga a
partir de 1995 seis puntos más de IVA, el pueblo paga más porcentaje del
impuesto sobre la renta, el pueblo paga tenencia vehicular,el pueblo paga
impuesto predial, el pueblo paga
impuesto sobre el consumo de la cerveza, el refresco o las galletas, el pueblo
paga una educación privada porque el Estado neoliberal abdico de otorgarle
educación gratuita a sus representados; el pueblo paga –en la medida de sus
posibilidades-, al medico particular y atención hospitalaria privada porque el
Estado tampoco cumple con esa obligación, y el pueblo le paga a todos los
corruptos expresidentes de la República, mes tras mes, millonarios salarios y
otras prestaciones.
Hoy
vamos a pagarle al senador del PRI Carlos Romero Deschamps y al diputado del
mismo partido Ricardo Aldana Prieto todas las ladronerías que hicieron, a pesar
que no tengamos para comprar el gas, para llenarle el tanque de gasolina a
nuestro vehiculo, para pagar la luz o para los frijoles y los huevos.
Gracias
PRI y PAN por defendernos de estos funcionarios, líderes sindicales, hombres y
mujeres de dinero que llevan años “sufriendo”, como nosotros, los estragos de las
políticas públicas económicas. Gracias por cuidar nuestro salario, gracias por
generar empleo, gracias por brindarnos seguridad, gracias por tener hospitales
públicos que dan atención médica eficiente y expedita, gracias por darle
educación gratuita a todos los niños y jóvenes del país, y gracias, sobre todo,
por garantizarnos después de tantos años de trabajo una pensión justa y humana.