lunes, 2 de marzo de 2015

DE FACHADAS Y BALCONES FLORIDOS                                                                          
VEGETALIDAD
Por Nora Guerrero
Nacer, reproducirse y morir; poseer un organismo físico con funciones específicas e interrelacionadas; sueño y vigilia; inteligencia para resolver situaciones y problemas de la vida; compartir experiencias y bienes con los congéneres y familiares, jugar, viajar, protegerse, defenderse del peligro y sentir son indudables cualidades de los seres vivos pero, ¿Acaso solo de los humanos?
No, la ciencia ha comprobado que las plantas son “seres inteligentes” y que poseen células que funcionan como neuronas. Además, son los únicos seres vivos capaces de fabricar sus propios alimentos, es decir, de alimentación autotrófica por fotosíntesis que consiste en que la materia inorgánica se transforma en materia orgánica y convierte la energía solar en energía química. En ese aspecto,  podemos deducir que las plantas son autosuficientes y los humanos no. Oportuno es reconocer  la dignidad del reino vegetal y procurar su sobrevivencia. Agua, oxígeno y sol son los tres elementos que la humanidad y la vegetalidad requieren para vivir.
Las plantas, semillas y el fruto de los árboles son alimento para los seres humanos y el resto de los animales pero, además, el hombre se alimenta también de otros animales,  por lo que es quien mas necesita de los otros seres vivos.
Sorprendente es pensar en la inteligencia de las plantas. Ellas cuentan con millones de células en la punta de sus raíces que constantemente se comunican con el resto de su estructura, con las plantas vecinas y con las de su  misma especie. Comparten territorio y beneficios. Desde Aristóteles -siglo IV antes de Cristo-las investigaciones biológicas buscan descubrir las características morfológicas de los seres vivos. Entre ellas, la de la herencia y la tendencia fundamental de los grupos biológicos a reproducir su forma y a perpetuarse. Su  búsqueda, la permanencia de las especies, su vigencia y continuidad.
Mas tarde, a principios de la era cristiana, Plinio El Viejo crea la enciclopedia Historia Naturalis e inicia el estudio de la historia natural como una disciplina, con el objeto de conocer, describir y clasificar todo el mundo natural.
A diferencia de los animales, aparentemente las plantas no poseen el don de la movilidad. Cierto que no pueden trasladarse de un lado a otro, pero si tienen movimiento en sus raíces extendiéndose para buscar agua y nutrientes,  cierran y abren sus hojas y flores;  se mueven cuando crecen,  algunas al tacto -como las mimosas- y cuando atrapan a un insecto o pequeño invertebrado. También se mueven cuando se expanden sobre las paredes y enrejados y reaccionan a los estímulos luminosos. Ellas tuvieron que aprender a adherirse a su sustrato para poder vivir en macetas. Se adaptaron.
En una ocasión que disfrutaba los maravillosos paisajes de un viaje en tren, observé áreas multicolores en medio del verde de la vegetación y reflexioné sobre la prodigalidad de la naturaleza, sobre la existencia de las flores allí en medio del bosque que no necesitaron la mano del jardinero. Por primera vez pensé que los árboles, las plantas y las flores viven independientemente de los humanos, comprendí que no nos necesitan, que ellos tienen vida para si, no para nuestro goce y disfrute. Animales y humanos podemos ser un riesgo para el mundo vegetal y no tomamos en cuenta que dependemos del oxígeno que genera…Si se extinguieran árboles y plantas, en un mes, perecería la vida animal, nosotros incluidos. Reflexionemos…xalapaflorida@hotmail.com