El Credo de Tagore,Poesía y Educación
II de dos partes
Por Guillermo H. Zúñiga Martínez
Rector de la UPAV
El pensador
hindú fue un místico, siempre alabó a Dios y creyó en los designios divinos.
Esto explica por qué recomendó siempre que los niños y los jóvenes crecieran en
libertad y en medio de la naturaleza. Nunca fue, expresaba, deseo de la
Providencia que los humanos naciésemos en ciudades y viviéramos en recintos de
ladrillo y piedra. "Es imposible que un muchacho se desarrolle
saludablemente si ha de engullir aprisa y corriendo su desayuno para estar
presente en la escuela a la hora de pasar lista, como si hubiera de comparecer
ante la policía. ¡Cómo hacemos padecer a la juventud encerrando la educación
entre muros y rejas custodiados por guardianes. Esto es lo que pasa en la
actualidad y la sociedad lo acepta con
la mayor indiferencia. Nos hemos conformado con creer que lo mejor para los
alumnos en enviarlos a un edificio donde encontrarán amigos generalmente de la
misma edad y mentores dispuestos a enseñar los contenidos de un programa. Nos
hemos olvidado que pueden existir otras alternativas para educar a nuestros
hijos, y de repente voces obscuras siguen defendiendo sistemas tradicionales,
sí tradicionales, creyendo que perfeccionando la institución se van a
perfeccionar a sí mismos, soslayando que lo que falla no es la institución,
sino el mismo hombre. Son muchos los partidarios de la educación actual porque
la inmensa mayoría de los mentores hacen lo que hicieron con ellos: sentarlos
en un pupitre y llenarlos de conocimientos, por eso Tagore afirmaba con toda
objetividad que "el saber libresco sólo hace pedantes. Es cuantitativo y
estático, acumula, atesora, y guarda bajo llaves. La cultura sólo se
desarrolla, se mueve y se multiplica en contacto con la vida”.
Deseamos que
usted se deleite con la bella forma de pensar de un poeta y maestro admirado
por todos. Veamos qué anhelaba para los niños: "Dejemos, pues, que los
niños jueguen bajo el cielo azul, donde también juegan el sol y las nubes. Que
nunca se aparten del Bhuma, el espíritu
supremo. Dejemos que vean cómo el sol abre las puertas del día
con sus radiantes manos y cómo se desvanece la dulce luz. de la tarde en
la noche sembrada de estrellas. Dejad que asistan al espectáculo en seis actos
llenos de armonía, que pone en escena la naturaleza a través de las seis
estaciones del año (el año indio se divide así: verano, lluvias, otoño, época
de rocío, invierno y primavera. Que oigan el rugir del trueno y vean cómo las
nubes ensombrecen el bosque antes de estallar en torrentes. Y cuando la lluvia
haya cesado, dejemos que contemplen las verdes praderas desbordantes de
espigas, que ondulan al viento hasta el lejano horizonte.”
Insistiremos
una vez más,
a pesar de que muchos maestros no estén de acuerdo con la línea que -débil y traslúcida-
hemos adoptado sobre la importancia de huir de la escuela actual, hasta donde
sea posible, transcribiendo para finalizar esta modesta divulgación, otro
pensamiento de Tagore: "La
educación verdadera consiste en demostrar en todo momento hasta qué punto
nuestros conocimientos y formación están orgánicamente ligados a nuestro medio
ambiente.”