martes, 28 de junio de 2016

ACONTRACORRIENTE
LAS COSAS NO SIEMPRE SON, COMO UNO QUISIERA
Manuel del Ángel Rocha
¡A los amigos Cubanos!

Aunque quisiera decir que todo está bien, no es cierto. Tengo conciencia de que existen múltiples problemas, y que  siempre han habido tensiones, en mayor o menor grado.   Que la vida no siempre ha sido de insuficiencias, sino más bien de menesteres propios de las circunstancias. Sí, estas han sido los más frecuentes, y más o menos intensas. Yo tengo un pendiente, probablemente urgente, y una vez que lo clarifique, le echaré para adelante. Muchas veces he querido  decirlo en voz alta, pero no puedo, es riesgoso. “Hoy no quiero hacer esto, ya estoy harto,  quiero irme,  hacer algo diferente”. Pero a la hora de  hablar, no he tenido  el temple para hacerlo, y  me someto, así la vida ha caminado conmigo, o más bien yo de la mano de ella. Y pareciera que soy el responsable de mi impase,  que en realidad lo soy, pero las cosas  ya estaban ahí. La vida estaba trazada y los guiones  escritos. La Revolución, los héroes, la organización del trabajo, la Universidad, la vida en  comunidad, con sus  detalles, que es donde está realmente la justificación de seguir aquí. Don Lupe, por ejemplo, con sus “Tijeras de Oro”,  te hacia el corte de pelo más moderno,  con el paisaje que le pidieras. Corte  militar o de Brad Pitt; Darío el aguador, que con sus dos latas de agua cargadas en los extremos del chote seco, al hombro,   iba y venía a la represa, abasteciendo de agua a los ocupantes  del mercado. “Larío”, estas “chiflando, o quieres beso”, porque siempre traía el puchero extendido, como si estuviera tirando besos.   Elodia, de anchas caderas (como casi todas las de por aquí), por las tardes ponía su puesto de garnachas en la esquina de la plaza (muy sabrosas por cierto),  y  era diestra en el esgrima del albur, donde pocos, o nadie se le escapaba; “cuantos, cuantos”, le preguntaba Pedro, y la respuesta rápida, “pues solo los que ves”;  “Melcos”, seguramente se llamaría Melquiades, con su inconfundible “chachas mangos”, sobre todo cuando pasaba frente a su frutería  una chica guapa, quizá de Matanzas, que por cierto tenía una esposa güerita, ancha, bonita, que  era de la zona tabacalera de  Pinar, pero que acabó dejándola, para llevarse a una Santiaguera más joven,  que también, al paso de un tiempo, terminó por  abandonar a “Melcos”. Ojo por ojo.

  Aquí la vida transcurre sin sobresalto, porque los rieles de las cosas están armados así. El aquí y el ahora son lo único que importa, aunque haya otros asuntos, están lejos del interés social.   En este camino, casi todo se interactúa y se comparte. Esta realidad casi tiene los mismos significados para  todos. La estandarización y el sentido común de esa realidad, nos aplasta. ¿Pero y Fidel y el Che, y Haydee, y Camilo?. Si los queremos y mucho, pero ya no alcanzan¡.

El sábado por la mañana, todavía mediodía al trabajo y por la tarde a las cafeterías, el cine, el parque con la novia, o la “amiga”, de ahí a la playa, o los  cañales al desahogo. O a la salida de los hoteles, o refresquerías  a buscar hembras, o turistas que  requieran “atención”.  El domingo dese la mañana  al  beisbol,  por la tarde  a  misa, o de plano solo en casa, y el lunes a la cooperativa.  Y así, todo es un continuum. Antecesores y sucesores se entrelazan en un pueblo reducido. Esto nos ahoga, “a pesar de la Revolución, he!”. Esto es una trampa, como en el pantano, entre más te mueves, mas te hundes, pero si tienes suerte, y en un descuido  tocas  la orilla. ¿Libertad?, bueno, creo que  albedrío.

Y ese hormigueo perenne en el estomago por partir, hacia cualquier lugar, con destino fijo, pero  sin ninguna dirección. Solo marcharse. ¿Hacia dónde?.  Con la tarde termina  el horizonte, pero con la mañana, otra vez el espejismo. En la madrugada, ya con  la cabeza clara,  arrecia la urgencia de vaciar la envoltura  que  lo atrapa,   y  echará al mar la balsa que sus sueños guiarán hasta alcanzar una orilla, que de lograrlo, y a la distancia, en la añoranza, siempre querrá  regresar al origen, del que nunca se apartará, y del que le hubiese gustado mezclar las realidades, juntarlas, pero imposible. Las cosas nunca serán como  uno quisiera, ni dentro, ni fuera de la isla. Ni dentro, ni fuera de uno. La Revolución, cuánto nos ha dado, pero también, cuánto nos ha quitado. Las cosas no siempre son, como uno quisiera, a pesar de tenerlo todo, sentimos que no tenemos nada.