ACONTRACORRIENTE
ACORRALADO
Manuel del Ángel
Rocha
Y por fin, el presidente Enrique
Peña Nieto, medio enseñó que quiere poner orden en los estados donde los gobernadores
han sido los principales enemigos de la
transparencia que tanto ha pregonado él, y su propio partido, el PRI, al presentar,
a través de la PGR, acciones de
inconstitucionalidad, ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN),
sobre las leyes anticorrupción aprobadas
en los Congresos de los estados de Veracruz y Quintana Roo. El resultado de la
elección del pasado 5 de junio, no fue suficiente para que los gobernadores
priistas de los estados señalados, además de él de Chihuahua, pusieran alto a
su actividad para afectar a sus
coterráneos, y mantener, una fijación casi patológica, para blindar sus
gobiernos y comprar impunidad para los años
venideros.
La situación no es menor, porque
la ciudadanía fastidiada por los atropellos de los gobiernos en funciones, decidieron darle
vuelta a la turca y experimentar con
otros partidos, y otros candidatos, que le ofrecían justicia y
reparación del daño. Y en Veracruz en esa estamos, porque la hiperactividad del
gobernador electo, ha logrado arrinconar ante la opinión pública, incluso hasta
el propio presidente Peña Nieto, que se ha visto obligado a recurrir a su
instrumento jurídico, para detener la asonada del gobernador Javier Duarte. En el estado, Duarte perdió casi todo en el
pasado proceso electoral; el Congreso
cuya conformación será muy plural y el PRI, ni con sus aliados tendrá
mayoría, pero sobre todo la gubernatura que quedó en manos
del archienemigo de Fidel Herrera (ex gobernador, e impulsor de Duarte), Miguel
Ángel Yunes Linares, cuya bandera política durante su campaña, fue la de citar
a cuentas a los saqueadores del presupuesto veracruzano, en alusión a Duarte y
su equipo de trabajo, pero también declaró que auditará las los 6 años de la
administración de la fidelidad.
Javier Duarte atraviesa por la
peor etapa desde que perdió la elección. El Congreso local que actuó de manera
incondicional durante todo su periodo, hoy está dividido, y no garantiza que vaya aprobar iniciativa
alguna a su favor, o al de su equipo, salvo
que no contravenga acciones que lesione al próximo gobierno, o a los
veracruzanos. Muchos personeros de la administración próspera desaparecieron, y
otros como Juan Manuel del Castillo, uno de los hombres de todas sus confianza, que gano la diputación en Córdoba, por un margen mínimo
de votos, no asoma la cabeza, pero que muy probablemente ya está siendo
investigado, al igual que Vicente
Benítez González, diputado electo por
San Andrés Tuxtla, que ya fue denunciado
ante la Fiscalía por enriquecimiento ilícito, y lo que
resulte, pero también están pendientes los 6 o 7 diputados federales, que ha
señalado Yunes Linares.
Para profundizar su hundimiento, Héctor
Yunes Landa, candidato perdedor del tricolor a la gubernatura en la pasada
elección, también solicito la renuncia de Duarte a la administración estatal, que además
resumió como la peor en la historia del PRI. Ante el colapso total, no se ve forma de detener el derrumbe estrepitoso del
gobernador en funciones, dando al traste
además, con la aspiración de su patriarca priista, de que esta joven generación
de cuadros, estarían preparándose para el relevo generacional, que gobernaría
el estado por lo menos tres sexenios mas. La ambición y avaricia de esta camada
de imberbes, sin experiencia, ni talento político, ni administrativo, les
distingue sus abusos y cleptomanía, que igualmente carentes de escrúpulos, y
principios, dejaron al PRI, en bancarrota y sin credibilidad. Situación que los
viejos cuadros estatales, le reclaman al
nacional, donde los costos se reflejaran
dentro de dos años que estén en juego la elección de 212 alcaldías, así como la
presidencia de México, donde el voto de Veracruz es decisorio para el triunfo o
la derrota de cualquier fórmula partidista.
Bajo este escenario, al parecer
Duarte no tiene escapatoria y muy probablemente estemos viendo en próximos días
la solicitud de la separación al cargo de gobernador, toda vez que su orfandad
política, se inició públicamente con las acciones de inconstitucionalidad
promovidas por el propio Presidente Peña Nieto, en contra de sus deseos de
ganar protección e impunidad, al designar el fiscal y los magistrados de la
sala anticorrupción. Sin la mayoría en
el Congreso y la sentencia del Presidente de vetar sus nefandas iniciativas,
Duarte está prácticamente abandonado a su suerte, acorralado y sin protección
alguna, salvo los muy cuestionados 20 diputadas federales que están dando
patadas de ahogado, porque a todo santo “se le llega su misa”. Al tiempo, sino
más de uno saldrá desaforado. Al tiempo.