Crónicas urgentes
No nos priven de La Libertad
Claudia Constantino
Hace
poco menos de un año, entrevisté al dramaturgo Abraham Oceranzky, en ocasión de
la puesta en escena de una obra muy exitosa, escrita, actuada y dirigida por
españoles, que trajo al teatro La Libertad. Además de su entusiasmo por seguir
convocando a compañías tan serias como talentosas, el maestro recordaba los
muchos esfuerzos que implica mantener ese espacio teatral.
En la conversación nos remontamos a los
días en que había elegido a Xalapa para asentarse, dejando en la Ciudad de
México, buena parte de su prestigio, carrera, relaciones y amigos. Me contó
cómo surgió la necesidad de aportarle a Xalapa un teatro más. Por aquellos días
sólo existían el J. J. Herrera y el Teatro del Estado, que todo presenta menos
teatro.
Con mucha determinación, poco apoyo
y muchas vueltas al Monte de Piedad, en agosto de 2009, la entonces Carpa
Libertad, abrió sus puertas. Como buen artista, nunca se aseguró de que le
entregaran por escrito el permiso para construir en el espacio del fondo del
estacionamiento de la plaza comercial que el IPE destinó al proyecto del DIF,
“manos veracruzanas”. Así, con sólo la
palabra de Fidel Herrera Beltrán, entonces
gobernador, la carpa comenzó a funcionar y a sumar éxitos teatrales, a crecer.
El espacio pasó de carpa a teatro
cuando pudieron contar con el equipo profesional de luz y sonido. Cuando la
instalación tuvo, en toda forma, equipamiento y aspecto de teatro, más y
mejores espectáculos teatrales se presentaron en él. La lista de obras
importantes presentadas en La Libertad es muy larga. Al día de hoy el teatro
cuenta con butacas y prestigio internacional.
Desafortunadamente, los cambios que
está propiciando la transición del gobierno estatal, trajeron también, que a La
Libertad le pidieran desalojar el espacio. Nada se está considerando: ni los siete
años de esfuerzo para mantenerlo y mejorarlo, ni la labor cultural que cumple,
ni la escuela de teatro que hace de manera permanente, ni los alcances
artísticos a los que ha llegado.
Pero Xalapa es una ciudad consagrada
al arte. Sus habitantes crecen expuestos a las más diversas manifestaciones
artísticas y saben apreciar la cultura y la respetan. Por eso, apoyados en la
plataforma Change.org, lanzaron una petición a la Secretaría de Cultura del
gobierno de la República, para que se frene este atropello. El secretario
Rafael Tovar y de Teresa ha ofrecido reubicarlo.
Es notorio y de celebrar que el
Teatro La Libertad no está solo; como tampoco lo está Abraham Oceranzky. Los xalapeños
están vigilantes y atentos al tema. Que esta sea la ciudad con mayor actividad
cultural en todo el sureste mexicano, no es labor institucional exclusivamente.
Hay una ciudadanía participativa y sensible que quiere y salvaguarda lo que la
hace grande. En su gente, en todos y tantos artistas que hicieron de Xalapa su
morada, está el espíritu de esta capital, no sólo política, sino también
cultural. Quien sea que tenga que darle certeza a La Libertad, le conviene no
perder de vista todas estas consideraciones.
No, que no nos priven de La Libertad. Mi solidaridad, admiración y respeto,
maestro Abraham Oceranzky. Como le manifesté hace poco menos de un año, reconozco,
como muchos otros, que el teatro es su vida, y eso no se puede perder, porque “la
función debe continuar”.
Cualquier comentario para esta columna que ama el teatro y más La Libertad
a: aerodita_constantino@hotmail.es
TWITER: @AERODITA