Discursos para
cada una
Por:
Zaira Rosas
zairosas.22@gmail.com
Comienzo a ver la famosa serie Club de cuervos, río un poco con los pleitos entre Chava e Isabel,
protagonistas de la serie, hermanos que tras la muerte de su padre buscan ganar
la presidencia del equipo de fútbol, sin embargo aquí la pelea no es justa,
Isabel es una mujer inteligente, preparada pero al fin y al cabo mujer en medio
de una sociedad machista donde ni siquiera tiene oportunidad de participar por
perseguir su sueño, en tiempos modernos se le permite trabajar, pero no ocupar
el puesto mayor que antaño era de su padre, en contraste con Isabel hay otros
estereotipos de las mujeres: caza fortunas o las esposas que sólo se dedicaron
a gastar el dinero de su ex marido. Mismos estereotipos que aunque usted no lo
crea seguimos perpetuando en el entorno.
Pienso en los ejemplos cercanos en mi vida de mujeres
trabajadoras, que han triunfado en sus distintos ámbitos y que no puedo más que
definir como exitosas, luego recuerdo la lucha que han librado constantemente
para tener esas oportunidades y que otras mujeres al igual puedan ser reconocidas,
veo a mi madre, de quien sólo puedo sentirme orgullosa, pero es inevitable
recordar que junto a su éxito pasaron muchas noches de desvelo mientras combinaba
un posgrado con su familia, el trabajo y pese al cansancio nunca se da por
vencida hasta seguir creciendo, a mis tías desenvolviéndose en ámbitos
políticos o empresariales y demostrando que su inteligencia puede ser igual o
mayor a la de cualquier hombre, porque el género no es una limitante para
aprender y preocuparse por los demás.
Todas ellas, combinadas con un padre que cree en mí y mis
sueños son mi inspiración, son el motor que me impulsa cada día, quienes me
permiten esforzarme en lo laboral, me han enseñado a luchar por mis derechos y
a que mi voz se escuche, sin embargo tengo la certeza de pertenecer a un
porcentaje muy privilegiado, por haber tenido acceso a una formación
equitativa, donde mi hermano y yo podíamos perfectamente hacer las mismas
tareas, vivo en una época donde ser mujer no me excluye de recibir educación y
he contado con suficientes oportunidades para alcanzar estudios de posgrado.
Mas esta realidad no es la del común de las mujeres. Estamos en una lucha
constante por defender nuestros derechos, empoderarnos y reconocernos como
líderes capaces de manejar el mundo.
En medio de esta lucha en ocasiones hay confusión, se nos
olvida que no buscamos compararnos con los hombres en cada rol de su vida, sino
tener las mismas oportunidades en los campos que deseemos desempeñarnos,
después de años buscando resaltar como profesionales, hay quienes se molestan
por ser encasilladas en el rol de madres, otras que prohíben a las princesas
por ser modelos erróneos para las niñas, o las que consideran a Emma Watson
como hipócrita por mostrar parte de su seno en una portada, otras la defienden
por quitarse la opresión que podría representar un sostén, yo al final diría
dejen a cada una simplemente ser. Que sean princesas por elección si así lo desean,
que sean empresarias, políticas, emprendedoras, amas de casa, empleadas, pero
que el rol que desempeñen sea por elección y no por imposición.
En el mes de marzo mi mayor anhelo es recordar por qué
celebramos el día internacional de la mujer, en memoria de quienes murieron
exigiendo condiciones justas de trabajo, un trato digno y retomando las
peticiones que como género hemos hecho a lo largo de la historia. Más que una
fecha de celebración es una fecha para recordarnos las oportunidades que hemos
logrado y las que faltan por alcanzar. Aún hay muchas mujeres sin acceso a la
educación, como dije antes el ideal sería que cada papel que busquemos en
nuestras vidas, sea eso, una búsqueda y no una imposición. En México y el mundo
hay millones de niñas forzadas a prostituirse, mujeres que sufren maltrato
doméstico y callan por temor combinado con ignorancia, mujeres ultrajadas y
asesinadas que quedan en el olvido por impunidad y falta de justicia.
Por todas ellas abramos nuevos caminos, creo que la vida
de muchas mujeres cambia con algo tan básico como la educación. Creo en la
igualdad de género, donde si bien las mujeres han ganado terreno también ha
sido necesario dejar de estereotipar al género masculino, entender que no todos
los hombres son villanos, sino más bien aliados. Los hombres también son
partícipes del avanzar en nuestro desarrollo, la apertura debe ser dual. Y si
bien el empoderamiento que anhelo depende de los sectores privados y el
gobierno, es innegable que comienza desde casa, desde cómo nos concebimos en el
hogar, como personas capaces o seres indefensos y oprimidos. Lo que inculcamos
y aprendemos en la cultura también es reflejo de las acciones.
Fomentemos el respeto, la igualdad, la participación y
desarrollo sin importar la raza o el género. Y más allá del discurso exijamos
seguridad, preparación, y los medios necesarios para salir a la calle con
seguridad sin miedo a ser atacadas, con la certeza de nuestras capacidades y de
que los avances logrados son solo el comienzo de un arduo camino.