Polisemia
¿Y después de la UV?
Cecilia Muñoz
Este sábado y
domingo más de 40 mil aspirantes a la Universidad Veracruzana presentaron su
examen de admisión, pero sólo poco más de 16 mil de ellos lograrán obtener un
lugar. Estos 16 mil nuevos alumnos en pocas semanas se enterarán, festejarán,
serán felicitados y en agosto, entrarán por primera vez a sus respectivas
facultades, ilusionados, ataviados con sus mejores tenis y llevando sus
mochilas llenas de esperanzas.
Ellos todavía
no saben, o hacen como que no saben, que dentro de unos años sus penas dejarán
de ser las del amor y se volverán las del empleo. Hemos llegado a un punto
crítico, en el que los mitos de las generaciones anteriores se rompieron: ya no
basta la preparación ni la buena disposición ni mucho menos la inteligencia.
Ahora hay que colarse por ahí, repartiendo sonrisas, cayendo bien, conociendo a
alguien que nos haga el paro y nos contacte.
Quienes tienen
suerte, tienen contratos. No hablemos del Seguro ni del Infonavit... Recién
egresados llenan oficinas con su productividad, eficientes hasta lo imposible,
pero cuando llega la quincena, el cheque parece un chiste. Y a su lado,
personas que debieron jubilarse hace años y que miran por la ventana –dejando
el trabajo pesado al recién egresado que aún come como estudihambre–, soñando con el anhelado retiro, pero siguen ahí
porque prefieren la comodidad de la oficina que estarse plantando cada pocos
meses en Plaza Lerdo porque no les han depositado la pensión.
De acuerdo con
el portal e-veracruz.mx, durante el gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares,
solo una de cada 100 personas que buscaron empleo consiguieron uno. Ya lo
aceptó el propio gobernador: “El gobierno no puede crear más empleos, pero sí
podemos generar condiciones para que los inversionistas regresen a Veracruz”.
Bien, ¿y mientras tanto?
Dice Carlos
Salvador Abreu Domínguez, coordinador del Semillero Empresarial de México AC,
que la única respuesta real es el autoempleo. Y es aquí donde llegamos a las
palabras de moda: emprendedurismo y freelance. Opciones, evidentemente, no
faltan... Aunque no fueran parte del plan del universitario.
Sin embargo,
de acuerdo con la Encuesta Nacional de Empleo (ENOE) del Inegi, el desempleo en
México ha disminuido, pero con bajos salarios. En este escenario, no me parece
casualidad que durante los últimos años haya habido un boom del “Hazlo tú
mismo” (DIY: Do it yourself). ¿Quieres un librero sin gastar? Ve al mercado y
pide unas rejillas de frutas. ¿Crees que los palets son para cargar muebles? ¡Yo veo una magnífica cama! ¿Se te ofrece un
sillón, una cama para el perro, una casita para el gato? ¡Ve por un par de
neumáticos, una playera vieja y tuerce un gancho de metal! La necesidad al
menos nos vuelve ecologistas.
Do
it yourself... and
earn your own money... Cuando en la prepa me llevé el chasco de descubrir que “Diseño Gráfico”
era más bien la versión mejorada de “El espacio de Cositas”, pero chafa de “Art
Attack”, la maestra tuvo a bien animarnos
asegurándonos que al menos con nuestras nuevas habilidades en el diseño de
vitrales, repujado y puntillismo podríamos ganar algún dinero. Ahora creo, a
regañadientes, que tenía razón.
A menudo lo
compruebo en bajos del Palacio municipal, con ese adorable mercadito que se ha
estado instalando durante las últimas semanas: sí, hay lo normal: alimentos,
juguetes, ropa, accesorios, maquillaje e implementos de moda (relacionado,
sospecho, con el auge de las beauty
vloggers)... pero también hay mercancía que me remite inmediatamente a
técnicas de manualidades como el decoupage o el craquelado, así como esencias y
productos naturales varios que intuyo fueron creados en la intimidad de un
taller artesanal, antaño conocido simplemente como “la cocina”.
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