TIERRA
DE BABEL
Jorge Arturo Rodríguez
Ladrones, ratas y ratones
En Veracruz,
como en otras partes, hay ladrones, ratas y ratones; la mala fama los mexicanos
nos las ganamos a pulso, aunque en realidad pagan justos por pecadores. El caso
es que una rayita más al tigre no significa nada, mucho menos si lo alarmante
es el creciente tsunami de asesinatos, ejecuciones, secuestros, extorsiones;
México “en la alfombra roja”, escribiera Juan Villoro, la sangre corre y
recorre el territorio mexicano cual comercial de una empresa telefónica, y
sucede así gracias a que nos hacemos de la vista gorda, y a las autoridades les
vale madres simplemente porque están coludidas, al menos eso dicen.
En días pasados al brasileño Denizart
Simões, por quedarse dormido en pleno boulevard Manuel Ávila Camacho de
Veracruz, le robaron su bicicleta y bitácoras de viaje, lo que resulta graciosa
en un primer momento, pero realmente causa tristeza, coraje, impotencia y
decepción… ¿Qué nos pasa? Denizart
decidió recorrer el continente americano, trayecto que lo llevó a cruzar
Veracruz, por tercera ocasión. Y pácatelas… Se quedó dormido, y en México,
camarón que se duerme, se lo lleva la corriente… y la chingada.
En la película de Vittorio de Sica, Ladrones de bicicletas, “Antonio Ricci,
un desocupado encuentra trabajo pegando carteles, lo cual es un gran logro en
la situación de posguerra que vive el país, donde el trabajo escasea y
obtenerlo es un éxito excepcional. Pero para trabajar debe poseer una
bicicleta. Desafortunadamente, el primer día de trabajo le roban la bicicleta
mientras pega un cartel cinematográfico. Antonio persigue al ladrón sin
resultado alguno”. (wikipedia). Desde luego, hay situaciones y niveles. Decía
Pablo Neruda que el fuero para el gran ladrón, la cárcel para el que roba un
pan.
Me contaron: “Se encuentra el paciente
tendido en la cama. Su médico, abogado, esposa, y sus hijos están esperando el
suspiro final, cuando de repente el paciente se sienta, mira a su alrededor y
dice:
-Asesinos,
ladrones, mal agradecidos, y se vuelve acostar.
El
doctor un poco confundido dice:
-Yo
creo que está mejorando.
-¿Por
qué lo dice, doctor? - pregunta la esposa.
-Porque
nos ha reconocido a todos”.
No
sé si les quede el saco, pero conozco a muchos que sí.
Los días y los temas
El libro Pequeñas quimeras, del periodista Edgar
Ávila Pérez, es un encuentro con grandes quimeras; son crónicas y entrevistas
periodísticas preñadas de realidad cuya narración nos lleva al aquí y ahora,
pero al mismo tiempo a otros mundos: la escritura que nos atrapa porque nos
cuenta historias de personajes y de personas que entran a nuestro vivir y nos
hacen vivir. (“Casi a diario convive con el olor y la presencia de la muerte.
Es su compañera de oficio. Respeta a la guadaña, pero le teme”, de “Embalsamando
los recuerdos”).
Les comparto unas palabras de “El
hombre es un ciego”: “El Tata, desde
el espacio donde los viejos fungen como médicos tradicionales y sacerdotes, y
se comunican con los dioses, también llaman a la reflexión a los gobernantes:
“Que conozcan a sus gobernados, que conozcan qué es lo que están haciendo; que
conozcan por qué gobiernan. Un Gobierno no va gobernar por el dinero, va a
gobernar por la gente, va apoyar a los demás”. Bien, Edgar. Léanlo. Muy
recomendable.
De cinismos anexas
Platón
señaló que los amigos se convierten con frecuencia en ladrones de nuestro tiempo;
Napoleón Bonaparte dijo que hay ladrones a los que no se castiga, pero que
roban lo más preciado: el tiempo.