Números
Rojos
¡Ya no quiero vivir!
Brenda Caballero
¡Creo que me picó
una araña! comentó Olga Gabriela Martínez González a sus amigas, al ver una
erupción pequeñita en su piel.
Sin embargo, al
otro día, los brotes se reprodujeron como una especie de varicela. Era extraño…
a ella ya le había dado, y según los profesionales de la medicina, solamente se
manifiesta una sola vez en la vida, además de que los brotes no aparecen en las
manos. Momentáneamente acude al polvo de haba y la maicena en lo que acude a su
médico general del Issste para la revisión, diagnóstico y tratamiento.
En la consulta,
cuenta que la doctora sin hacer una revisión profunda de las erupciones en su
piel, le indica que tiene una alergia por algo que comió y le receta Loratadina,
así como baño coloide para la comezón.
Olga no está
conforme con el diagnóstico pues las erupciones se multiplican en espalda,
piernas y brazos y la comezón se hace más intensa, razón por la que acude con
una dermatóloga externa para su valoración. Allí le realizan estudios.
Resultado: Valores Normales. ¡Olga no tiene nada!
II
En varias
ocasiones la habían invitado, sin embargo, no se había animado a ir al
balneario de Ojo de Agua. Ese día decidió trasladarse a Orizaba. Al echarse un
clavado, sintió un dolor en el hombro. Al principio pensó que era un calambre,
sin embargo, ante la intensidad del dolor, gritó con desesperación. Nadie la
escuchó y como pudo, salió a flote. Ya en la orilla, sus amigas se acercaron y
notaron que se había luxado el hombro.
Allí mismo en
Orizaba acudió a una clínica particular para que le acomodaran el hombro.
–¿Eres alérgica a
algún medicamento?– preguntó el doctor.
–No– contestó Olga.
Le recetó Paracetamol
y Meloxicam.
Tomó el
tratamiento para el dolor y la inflamación. Pasó una semana y entonces surgió
una erupción, cómo la que provoca la picadura de araña.
III
Después de la
comezón empezó el dolor. Acudió a Urgencias del Issste. Allí, el médico general
la canalizó a Epidemiología. Empezaron todas las preguntas relacionadas con la comida,
mascotas, medicamentos, alergias, enfermedades anteriores. Todo estaba muy
raro, ya que Olga no se enfermaba ni de gripe. Discusiones y más discusiones.
Choque entre médicos por el diagnóstico, pero sin coincidencia alguna.
Su caso en el
Issste fue tan sonado que hasta la ex candidata a la diputación federal por
Xalapa Rural y ex funcionaria estatal, Consuelo Thomas Yáñez, hoy administradora
de la Clínica de Medicina Familiar, personalmente la visitaba y hasta intervino
para agilizar los estudios de laboratorio, ante la incertidumbre del
diagnóstico.
IV
“¡Ya no quiero
vivir!”, decía Olga, de apenas 30 años de edad. “¡Pónganme algo, por favor!”, externaba
entre llanto y desesperación. El dolor y la comezón eran insoportables al grado
que fue internada. Le habían salido llagas en manos y brazos, como si se
hubiera quemado. Tenía escalofríos y fiebre que llegó hasta los 39.5 grados. No
podía tomar nada; apenas le permitían compresas de agua fría sobre su cuerpo.
Las lesiones se
incrementaron en los brazos y se extendieron a las piernas… estaba toda
enrojecida y amoratada que dejó de verse el color natural de su piel.
La recomendación
médica como mejor opción: Zona de Quemados, pues había que darle tratamiento
como si fueran quemaduras, de lo contrario no iba a soportarlo.
Su caso ya había
sido turnado a Epidemiología del Issste; sin embargo, los especialistas no
coincidían en el diagnóstico. Se acudió incluso a un infectólogo del hospital
José Zubirán en la Ciudad de México.
Incluso hasta le
realizaron la prueba de VIH y hepatitis y tres veces al día le hacían estudios
de sangre. Todos, con valores diferentes. Se llegó a pensar en un virus, ya que
alguna vez sus leucocitos se manifestaron en una cantidad mayor a 15 mil. Lo
último fue hacerle una biopsia para mandarla a Puebla. El resultado aún está
pendiente.
V
No pudo dormir
bien durante tres días donde tuvo la crisis máxima, pero ése fin de semana fue
bastante complicado. Nadie quería atenderla. Se había corrido el rumor de que
tenía SIDA.
Ante las quejas de
su familia y ante un posible diagnóstico de Vasculitis urticariante, le
empezaron a suministrar altas dosis de esteroides. La inflamación cedió. Las
erupciones de la piel empezaron a disminuir al igual que la coloración.
Olga fue dada de
alta. Le dijeron que es alérgica a los Aines (anti-inflamatorio no esteroideo)
como el paracetamol, Diclofenaco, Naproxeno e ibuprofeno, entre otras
categorías.
Actualmente Olga
está en su casa. No puede exponerse al sol. No puede comer embutidos, carnes
rojas, ni conservadores. Usa cremas
humectantes pues su piel está descamándose.
Tiene pase abierto
al área de Urgencias del Issste, pero ha consultado de manera externa a otros especialistas
que han coincidido que si no se hubiera atendido a tiempo, su caso hubiera derivado
en el Síndrome de Stevens-Johnson, lo que hubiera sido mortal para Olga.
El Síndrome de
Stevens-Johnson es una dermatosis potencialmente fatal caracterizada por una
extensa necrosis epidémica y de mucosas que se acompaña de ataque al estado
general. Una de sus causas más comunes es la automedicación.
@NúmerosRojos_BC