domingo, 20 de agosto de 2017

Esfera Política
Ricardo Vázquez Salazar
Al Consejo de la Judicatura Federal
No obstante que la cartita de Javier Duarte de Ochoa despierta mil y una conjeturas, aceptado como un simple show mediático o mero cinismo exacerbado, las reacciones que causó en las redes sociales se multiplicaron a gran velocidad, con mensajes en los que desean lo peor al presidiario que tomó la decisión de bajarle a la gula. Independiente de la misiva ya famosa, por la vía legal y con toda la formalidad requerida, el ex gobernador de Veracruz haya ya interpuesto con toda amplitud una queja o protesta ante el Consejo de la Judicatura Federal, por considerarse perseguido político. Ante semejante disparate, cabría hacerles saber a los señores magistrados, el sentir de una población destrozada, humillada y enlutada durante la administración del duartazo.     
Javier Duarte se declara perseguido político.
Veracruz se declara devastado. Por la carencia de sentido humano, por la irresponsabilidad y la falta de voluntad política de Javier Duarte.
“Mi solidaridad con Arturo, con Gina, con Mauricio y con Francisco. Estoy consciente del infierno por el que están pasando. Son presos políticos.” Arguyó Javier Duarte.
De lo que nunca estuvo consciente es del infierno por el que hizo pasar en todo momento a los veracruzanos, durante el tiempo que gobernó como virrey, con una mezcla de corrupción,  soberbia, sarcasmo y burla.   
Gran parte de Veracruz pasó de la alegría desbordante al abatimiento, a la tristeza causada por la pérdida de sus seres queridos. Miles de familias hoy visten de negro, en su vestimenta o en su interior, por sus familiares asesinados o desaparecidos, por la delincuencia organizada o por los delincuentes-criminales de cuello blanco.    
El ruido de las armas de alto poder de las células delincuenciales acabó con la vida de un número indefinido de personas. La complicidad de demasiados y el silencio de muchos terminaron con la existencia de una cantidad indeterminada de vidas. Protegidos por la impunidad.
En las calles caían ejecutadas las personas, o desaparecían sacados de sus domicilios. En los hospitales públicos acabaron con la humanidad de inocentes, por la falta de servicios médicos adecuados, por la carencia de equipo e infraestructura, o por haber sido engañados con medicamentos falsos.
Veracruz es la fosa clandestina más grande de México. Miles de personas buscan a sus seres queridos. Los hechos lo confirman.
No es ninguna ocurrencia que en la entidad veracruzana haya habido meses en que la tasa de mortalidad por cáncer se triplicó, en relación a la media nacional. Existen registros que así lo indican.     
No hay sector de la sociedad, ni municipio veracruzano que estuviera exento de haber sufrido los embates de un mal gobierno como el de Javier Duarte; causó desolación en todos los rincones de la geografía estatal.
Únicamente en los dos últimos años de la administración duartista, la Auditoría Superior de la Federación interpuso ante la Procuraduría General de la República más de 55 denuncias en contra del gobierno de Duarte de Ochoa, por irregularidades en el manejo de recursos de la federación. Ello explica la ausencia de obra pública. En los 12 últimos años no se construyó un hospital. La infraestructura educativa también la dejaron en el abandono. La simulación oficial estatal fue un distintivo a lo largo de este periodo.    
No es ningún invento que 26 periodistas hayan sido asesinados desde el inicio del gobierno de Fidel Herrera, hasta el ocaso de la administración de Javier Duarte.  
No se puede descartar que vaya a aprovechar la penumbra del eclipse de este lunes el victimizado reo Javier Duarte y resulte que se fugue del Reclusorio Norte. Es un riesgo.    
¿Cuál es el verdadero infierno, el Javier Duarte y ex colaboradores, o el que han sufrido los veracruzanos?
rvazquez002@yahoo.com.mx