Por
Helí Herrera Hernández.
No recuerdo la fecha exacta sino el año,
1978, cuando al término de un mitin de cierre campaña del candidato a
presidente municipal en la ciudad de Teziutlán Puebla, el que esto escribe
tiene la oportunidad de conocer a la maestra Marcela Lombardo Otero, quien venia en representación de la
Dirección Nacional del Partido Popular Socialista. Me le pegue al doctor Rafael
Campos López, ex-alcalde de ese municipio, quien me prometió presentármela pero
nos ganaron las radiodifusoras con una entrevista que le hicieron sobre el
templete, y tuve que esperar mas de media hora para lograr el cometido.
Eran aquellos tiempos del joven militante que leía y releía
a Vicente Lombardo Toledano, su padre, oriundo de ese lugar, y que con sus
textos orientaba mi ideología. Debo admitirlo: me impresionó. Era alta y con un
nivel de conocimiento de la situación que vivía México en esa época. El simple hecho de ser hija de un miembro de
la generación de los siete sabios, fundador de la CTM, vicepresidente de la
Federación Sindical Mundial, extraordinario legislador y fundador del Partido
Popular ya era de suyo motivo necesario como para acercarse a ella.
La lucha social y política nos hizo coincidir a partir de
allí y prácticamente hasta unas cuantas semanas de su muerte. La empecé a
tratar como compañera cuando ella siendo miembro del Comité Central del Partido
Popular Socialista yo fui elegido candidato a miembro. Coincidíamos en los
plenos semestrales por lo menos tres días y fui testigo de las extraordinarias
intervenciones que tenía allí, al lado de otros líderes magisteriales y
parlamentarios, lo que me hizo siempre buscar su platica, su consejo, y ganarme
su confianza para convertirme en mensajero para con sus amigos intelectuales y
académicos que tenía en Xalapa como el maestro Ángel J. Hermida Ruiz o Gonzalo
Aguirre Beltrán, entre muchos otros, a quien acompañé las veces que los visitó,
ante la invitación que para comer o cenar le hacían.
Fue gratificante siempre recibir el consejo y la
felicitación de la que en 1994 se convirtiera en candidata a la Presidencia de
la República. Recuerdo cuando pase de candidato, a miembro del Comité Central
su advertencia: “nunca te quedes callado
Helí, pasa a la tribuna siempre y difunde y defiende tus opiniones, que no te
espanten los dirigentes nacionales, desempéñate como lo haces como diputado
local allá en Veracruz” y así lo hice, con muchos “raspones” de por medio.
Siendo
diputado federal a la LV Legislatura del Congreso de la Unión fue la primera en
abrazarme, en la oficina del dirigente nacional del PPS el maestro Indalecio
Sayago Herrera, cuando concluyo el debate sobre el artículo 130 constitucional,
y en donde tuve la honra de abrir la sesión histórica que terminó con la
claudicación de decenas de priístas y perredistas a los principios juaristas.
Algo
que quedo grabado en mi memoria fue aquel pleno del Comité central cuando
discutimos, ante el embate que desataba Carlos Salinas de Gortarí contra
nosotros, buscando desaparecernos políticamente, que posición debíamos de
adoptar: ¿participar o no en la sucesión presidencial de 1994?, y cuando se
voto por participar con candidato propio fui uno de los tres o cuatro compañeros
que nos paramos en la tribuna para pedirle a Marcela Lombardo que fuera ella la
que levantara las banderas del nacionalismo revolucionario, el del Estado de
Bienestar, y sin titubeo alguno acepto.
Sin
recursos prácticamente, motivados por la conciencia y el corazón se hizo la
campaña. A Veracruz y por petición mía le dedico mas tiempo. Jamás la vi
cansada, (tenía aproximadamente 67 años), exigente con los tiempos de las
comidas, o quejándose del transporte, del calor o de la lluvia, o de los
mítines nocturnos después de una jornada electoral que iniciaba a las 8 de la
mañana con entrevistas radiales.
La
grandeza de Marcela se mide porque destaca cuando solo los hombres tenían la
posibilidad de sobresalir. Lucho por los derechos políticos de las mujeres pero
también por los laborales de las trabajadoras del campo y la ciudad. Fue, desde
mi óptica, pionera en estas lides.
El
lunes 5 falleció esta combatiente mujer. Tuve la fortuna que 75 días antes me
entregara el prologo para mi tercer libro. Lamento no haber apresurado su
impresión porque aunque difícilmente lo hubiera hecho por su edad, no por su
lucidez, me había prometido venir bajo ese pretexto a la Xalapa de sus
recuerdos.
Descanse
en paz no la hija del ilustre Vicente Lombardo Toledano, sino la mujer que se
adelanto a su época en las luchas por darle a las mujeres el sitio que les
corresponde en la sociedad, y a México el de un país soberano, independiente,
revolucionario y de oportunidades para todos.