viernes, 4 de mayo de 2018


CLAROSCUROS
2018: Antecedentes y vigencia del crimen organizado y su protección oficial en México…
José Luis Ortega Vidal
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En 1976 sólo un candidato “disputó” la presidencia de la República y desde luego “la ganó”: José Guillermo Abel López Portillo y Pacheco, o sea JoLoPo.
A tal grado llegó la desmesura antidemocrática en México que un solo voto habría permitido la unción –por su condición casi mística- del jefe del ejecutivo para el periodo 1976-1982.
Aquel absurdo representa el pasado inmediato de la crisis política, económica, de corrupción, impunidad y guerra interna que vive México.
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En 1976 el Partido Comunista apoyó la candidatura del histórico líder ferrocarrilero Valentín Campa Salazar. 
Sin embargo como el PC no tenía registro el emblemático dirigente obrero no figuró en las boletas.
Una organización denominada Partido Femenino postuló a la dama Mariana González del Boy pero su circunstancia era similar a la de los comunistas y fue marginada.
El Partido Acción Nacional (PAN) -organismo creado en 1939 con Manuel Gómez Morín a la cabeza- operaba en esa época bajo estrictos reglamentos que imponían la necesidad de un 80 % de votos de su militancia a quien desease ser abanderado al cargo presidencial.
Se anotó como competidor interno Pablo Emilio Madero pero apenas obtuvo el 73 % de los sufragios y no fue inscrito ante el órgano electoral que dependía de la Secretaría de Gobernación.

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Es importante que nuestros jóvenes –particularmente quienes se estrenarían como votantes en el 2018- conozcan esta historia. 
Que tengan conciencia de lo que era la vida política de su país apenas 42 años atrás: una dictadura perfecta, una antidemocracia absoluta, una sociedad en cuya vida política el PRI “era el niño del bautizo, el padrino del chamaco, el cura que daba la bienvenida al nuevo cristiano, el papá del imberbe y el músico que amenizaba la fiesta”.
O jugabas dentro del PRI o no jugabas. 
Y si te salías de la regla el gobierno cuasi monárquico te ofrecía plata o plomo.
Esta lógica nos remite a matanzas como las de estudiantes en 1968 y 1971, a la llamada guerra sucia en cuyo desarrollo desaparecieron –literalmente- opositores políticos o murieron otros que radicalizaron sus posturas y declararon la guerra al Estado: casos como los asaltantes del Cuartel Madera, en Chihuahua, y la Liga 23 de Septiembre. 
Hablamos de miles de seres humanos a los que su gobierno negó opciones de participación política, que optaron por violar la ley y terminaron reprimidos, presos o muertos.
Rosario Ibarra de Piedra es un emblema en la búsqueda de sus hijos y representa un ícono dramático, trágico, en torno a lo que hoy protagonizan organizaciones como Solecito, Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Nuevo León, Red Verdad y Justicia, Comité de Familiares Migrantes Fallecidos y Desaparecidos (Cofamide) del Salvador y Guatemala, Hijos por la Identidad y la Justicia, contra el Olvido y el Silencio” (H.I.J.O.S) México, Red de Madres Buscando a sus Hijos, Familias Unidas en Búsqueda y Localización de Personas Desaparecidas, Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos humanos, entre muchas otras.

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Hay un elemento crucial en nuestro ADN histórico: el crimen organizado ha existido desde entonces y mucho antes en México.
La cocaína aparece ya en los albores del siglo XX como una droga cara, lo mismo que la heroína.
Se siembra adormidera –planta de la familia de los opioides- como herencia cultural de los migrantes chinos contratados para el desarrollo de las vías del ferrocarril en Estados Unidos y luego en territorio nacional.

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La guerra que se vive hoy en México arroja las siguientes cifras:
“Los sexenios de los presidentes Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto suman 234 mil 996 homicidios dolosos hasta octubre de 2017, el mes más violento del año más violento del que se tenga registro.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), Calderón sumó durante su mandato un total de 120 mil 935 homicidios dolosos. Por su parte, Peña Nieto acumula 114 mil 061 asesinatos en lo que va de su administración hasta octubre pasado.”
Estos números se registran en el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP).
Es decir, han aumentado y crecerán al cierre del sexenio de Enrique Peña Nieto, tras haber iniciado durante el 2008 bajo el mando de Felipe Calderón Hinojosa.

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A diferencia de 1976 –en lo electoral- el relevo presidencial de México se disputa hoy entre cinco candidatos –uno de ellos mujer-.
Hay tres protagonistas de sendas coaliciones partidistas y dos candidaturas independientes que lucen como foquito de navidad, de mero adorno, pero es claro que vivimos una cerrada competencia donde el PRI, por cierto, podría desaparecer o verse obligado a una transformación de fondo, sin precedente, histórica, a dejar de ser por fin el dictador perfecto.

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Empero para seguir la lógica de este Claroscuros y amalgamar los nexos entre nuestra vida política nacional y el crimen organizado, los antecedentes de ambos y su aparición en el escenario actual, remito a los siguientes nombres y sus referencias históricas:
a) Lai Chang Wong, inmigrante chino nacido en Hong Kong que habría emigrado a México en 1911. Se le vincula con la introducción de la amapola al país y sus primeros cultivos en Sinaloa; concretamente en la zona de Baridaguato, lugar donde se desarrolló la cultura sobre la siembra del opioide y en el que nació Joaquín Guzmán Loera (a) “El Chapo”. (1)
b) Pablo González (a) “El Pablote”, precursor de la venta ilegal de drogas en Ciudad Juárez, Chihuahua, durante la década de los 20s y asesinado a balazos la noche del 11 de octubre de 1931 a manos de un policía. (2)
c) Ignacia Jasso (a) “La Nacha”, esposa de “El Pablote” y heredera del imperio que juntos habían iniciado con la violación de la ley, en el contexto de la presencia de miles de norteamericanos drogadictos -veteranos de la primera guerra mundial- que traspasaban la frontera con México ante la prohibición del alcohol en su país y el fácil acceso a heroína, opio, marihuana y otras drogas en México. “La Nacha” mantuvo el dominio del mercado hasta mediados del siglo XX en un marco de corrupción que implicó la protección oficial y policiaca. Heredó el emporio familiar del narcotráfico en Ciudad Juárez a su nieto Héctor González (a) “El árabe”, quien no tuvo la habilidad de los abuelos para controlarlo mucho tiempo. (3)

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“En mayo de 1994, en su carta de renuncia como asesor del Procurador General de la República, Eduardo Valle Espinosa (1995:283) se preguntaba ´¿Cuándo tendremos la valentía y la madurez política de decirle al pueblo mexicano que padecemos de una especie de narcodemocracia? ¿Tendremos la capacidad intelectual y la fortaleza ética para afirmar que Amado Carrillo, los Arellano Félix y Juan García Ábrego son, en forma inconcebible y degradante, impulsores y hasta pilares de nuestro crecimiento económico y desarrollo social? (subrayado mío). Cuatro años y una crisis económica después, Juan García Ábrego languidece en una cárcel de los Estados Unidos, Amado Carrillo representó una rocambolesca desaparición y los hermanos Arellano Félix supuestamente están sometidos a un acoso constante por parte de las autoridades. No obstante la desaparición de quienes conformaban la élite ilegal de las organizaciones criminales mexicanas a principios de la década de los noventa, el tráfico y el consumo de drogas no ha disminuido ni un ápice desde entonces sino que incluso se ha incrementado. Su presencia pública es más notoria y el término narco, siguiendo el ejemplo colombiano, se ha convertido en un sufijo de primera línea, dando origen a una pléyade de neologismos: narcoperiodistas, narcosatánicos, narcomilitares, narcobanqueros, narcosantón, narcolimosnas, narcocorridos, narcoestética, narcoarquitectura, narcoecología, narcoeconomía, narcopolítica... La persistencia de la delincuencia organizada a gran escala en México alrededor del lucrativo tráfico de drogas desde aproximadamente principios de la década de los setenta se ha debido, como es por demás común, a una eficaz protección frente al aparato de la ley”. (4) CONTINUARA…