Crónicas urgentes
Vencedores y vencidos en las redes
Por Claudia Constantino
Por Claudia Constantino
El debate público
de este inicio de semana versa en una pregunta fundamental ¿el linchamiento público
de Ricardo Alemán y su despido de Televisa y Canal 11 es un triunfo de la
democracia o de la intolerancia disfrazada de ésta?
De haber sido lo primero, tras
difundirse la noticia, los ataques entre adversarios políticos
habría cesado, los insultos se habrían tornado en argumentos bien sustentados y
las descalificaciones habrían mutado en propuestas, pero no ha sido así.
Lejos de que ello sucediera, los
simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador (el
agraviado), aún habiendo obtenido justicia, despertaron con ese dejo de los
vencedores y arreciaron sus ataques con los mismos dichos desde hace 12 años.
Pero hoy, con la insufrible actitud de quien ostenta el monopolio de la verdad.
Al grito de “No
mas PRIAN” (que incluye al resto de los partidos que no los apoyan) y con los
ojos cerrados ante las adhesiones de Espino, Korrodi, Romo, Elba Esther,
Bartlett, Lomelí, y tantos más redimidos por su líder, las huestes de MORENA se
ostentan como “la izquierda progresista” y no ven, ni de chiste, a su lado al
PES o a Napoleón Gómez Urrutia.
Con la mesura que aparentemente la
caracteriza, Tatiana Clouthier ha alcanzado a advertirle a México:
“Pedimos el voto por el morenista para alcanzar la Presidencia…pero no por el
carro completo”. Y es que, congruente como se ha mostrado, debe saber que ese
tampoco es el camino idóneo para México.
Hay quienes leen los despidos del
columnista Ricardo Alemán, como un tributo
al puntero en las encuestas. Hay quienes se los atribuyen al poder de las redes
sociales, territorio de AMLO, donde es todo un TweettStar, con gran respuesta
en Facebook.
Si de las redes sociales se tratase,
la ventaja de MORENA rumbo a la presidencia de la república
sería más amplia. Pero hay grandes extensiones de México que escapan a este
ambiente, el llamado voto verde. Ahí, se camina, se le habla de frente a la
gente, se convence, se hacen compromisos, se trabaja con la maquinaria
electoral tradicional. Dicen que ahí gana el carisma, la propuesta, el dinero.
Los seguidores de Andrés Manuel aseguran que es el único de los tres candidatos
que ha estado en todos los municipios del país, aunque no aclaran hace cuánto
tiempo y con qué efecto.
Pero es verdad que en las redes
sociales, los vencedores y los vencidos son muy claros. Aunque ahí
converge la minoría del padrón electoral que se estará jugando el próximo
primero de julio, es un referente claro para los candidatos y sus huestes.
También es un confuso escaparate para los indecisos y una Tierra desconocida
para los millones de electores que no están ahí o no entienden lo que ahí pasa.
El peligro para los “vencedores”
a priori, o que al menos eso se sienten (a juzgar por su discurso y actitudes)
es la percepción, que comienza a crecer, de que: “no vayamos a encumbrar a un
candidato populista, ignorante, intolerante, caprichoso, cansado”. Aunque esta fuera una muy remota posibilidad,
merece un sesudo análisis, mesura y por supuesto, muchos contrapesos. No
podemos dejar gobernar a solas a un grupo que también despierta tantas
sospechas.
El camino de las elecciones en México
parece muy intrincado y poco alentador: Tener que elegir al menos pernicioso de
entre una mar de políticos perniciosos. Pero aunque no nos guste, esta es
nuestra realidad y nos corresponde cumplir con la encomienda de la manera más
inteligente que se pueda.
No nos dejemos apantallar por el que
acusa al adversario con más severidad.
Notemos que a menudo, los candidatos y sus colaboradores cometen los mismos
delitos que señalan y acusan. Démonos cuenta de que ninguno está libre de
pecado y que los pactos con los señores del dinero seguirán prevaleciendo
llegue quien llegue. No son tiempos de caudillos. La era de los salvadores de
la patria se acabó, si es que una día hubo una. Las redes sociales son esa
nueva arma de un sociedad enojada, cansada, indignada, “hasta la madre”. Cuidémonos
de que no se use para darnos un tiro en la sien.
Cualquier comentario para esta columna que desconfía de
las desiciones viscerales, a:
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