lunes, 7 de mayo de 2018


Crónicas urgentes
Vencedores y vencidos en las redes
Por Claudia Constantino
         El debate público de este inicio de semana versa en una pregunta fundamental ¿el linchamiento público de Ricardo Alemán y su despido de Televisa y Canal 11 es un triunfo de la democracia o de la intolerancia disfrazada de ésta?
            De haber sido lo primero, tras difundirse la noticia, los ataques entre adversarios políticos habría cesado, los insultos se habrían tornado en argumentos bien sustentados y las descalificaciones habrían mutado en propuestas, pero no ha sido así.
            Lejos de que ello sucediera, los simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador (el agraviado), aún habiendo obtenido justicia, despertaron con ese dejo de los vencedores y arreciaron sus ataques con los mismos dichos desde hace 12 años. Pero hoy, con la insufrible actitud de quien ostenta el monopolio de la verdad.
            Al grito de “No mas PRIAN” (que incluye al resto de los partidos que no los apoyan) y con los ojos cerrados ante las adhesiones de Espino, Korrodi, Romo, Elba Esther, Bartlett, Lomelí, y tantos más redimidos por su líder, las huestes de MORENA se ostentan como “la izquierda progresista” y no ven, ni de chiste, a su lado al PES o a Napoleón Gómez Urrutia.
            Con la mesura que aparentemente la caracteriza, Tatiana Clouthier ha alcanzado a advertirle a México: “Pedimos el voto por el morenista para alcanzar la Presidencia…pero no por el carro completo”. Y es que, congruente como se ha mostrado, debe saber que ese tampoco es el camino idóneo para México.
            Hay quienes leen los despidos del columnista Ricardo Alemán, como un tributo al puntero en las encuestas. Hay quienes se los atribuyen al poder de las redes sociales, territorio de AMLO, donde es todo un TweettStar, con gran respuesta en Facebook.
            Si de las redes sociales se tratase, la ventaja de MORENA rumbo a la presidencia de la república sería más amplia. Pero hay grandes extensiones de México que escapan a este ambiente, el llamado voto verde. Ahí, se camina, se le habla de frente a la gente, se convence, se hacen compromisos, se trabaja con la maquinaria electoral tradicional. Dicen que ahí gana el carisma, la propuesta, el dinero. Los seguidores de Andrés Manuel aseguran que es el único de los tres candidatos que ha estado en todos los municipios del país, aunque no aclaran hace cuánto tiempo y con qué efecto.
            Pero es verdad que en las redes sociales, los vencedores y los vencidos son muy claros. Aunque ahí converge la minoría del padrón electoral que se estará jugando el próximo primero de julio, es un referente claro para los candidatos y sus huestes. También es un confuso escaparate para los indecisos y una Tierra desconocida para los millones de electores que no están ahí o no entienden lo que ahí pasa.
            El peligro para los “vencedores” a priori, o que al menos eso se sienten (a juzgar por su discurso y actitudes) es la percepción, que comienza a crecer, de que: “no vayamos a encumbrar a un candidato populista, ignorante, intolerante, caprichoso, cansado”.  Aunque esta fuera una muy remota posibilidad, merece un sesudo análisis, mesura y por supuesto, muchos contrapesos. No podemos dejar gobernar a solas a un grupo que también despierta tantas sospechas.
            El camino de las elecciones en México parece muy intrincado y poco alentador: Tener que elegir al menos pernicioso de entre una mar de políticos perniciosos. Pero aunque no nos guste, esta es nuestra realidad y nos corresponde cumplir con la encomienda de la manera más inteligente que se pueda.
            No nos dejemos apantallar por el que acusa al adversario con más severidad. Notemos que a menudo, los candidatos y sus colaboradores cometen los mismos delitos que señalan y acusan. Démonos cuenta de que ninguno está libre de pecado y que los pactos con los señores del dinero seguirán prevaleciendo llegue quien llegue. No son tiempos de caudillos. La era de los salvadores de la patria se acabó, si es que una día hubo una. Las redes sociales son esa nueva arma de un sociedad enojada, cansada, indignada, “hasta la madre”. Cuidémonos de que no se use para darnos un tiro en la sien.

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