Muchos colores, un arcoíris
La semana pasada surgió un debate
en redes sociales debido a declaraciones realizadas por J.K. Rowling, que
fueron catalogadas de transfóbicas, posteriormente al debate se sumaron
feministas radicales, se recordaron otros momentos donde la escritora hacía
hincapié en la necesidad de reconocer el sexo para no olvidar la lucha de
derechos y donde defendía a una mujer que fue despedida por opiniones
absolutistas. La autora de Harry Potter hizo todo un ensayo explicando su
postura, pero también surgieron otros comentarios donde se decía que las
mujeres trans son quienes dicen ser. Y en medio de todo vi la necesidad de
investigar más al respecto, ¿por qué el hablar de “personas que menstrúan”
había generado todo esto?
En la lógica inmediata podríamos
decir: las personas que menstrúan son mujeres y punto, pero estaríamos
olvidando a los hombres trans, y muchas otras personas cuya identidad sexual
aún no está clara. Mientras leía todo tipo de discusiones descubrí que no
estaba debidamente informada respecto a la comunidad LQBTQ+, que la diversidad
sexual es más amplia de lo que imaginamos y que hay infinidad de estudios y
principios que todos deberíamos conocer. Quizás los estereotipos han regulado gran
parte de nuestras ideas, pero en este siglo sólo es necesario preguntar con
respeto para comprender a profundidad a los demás.
Gracias a una plática con Cam
Acma, una mujer trans, comencé una búsqueda de información que me clarificara
cuáles son los términos correctos, en qué momento somos partícipes de la
discriminación o segregación que viven grupos vulnerables, y con qué acciones
podemos ser más inclusivos. Uno de los principios básicos es el respeto, el
simple hecho de dirigirnos a alguien por el nombre o pronombre elegido, puede
salvarle la vida. Sí, porque gran parte de los suicidios en personas de la
comunidad LGBTQ+ es por falta del reconocimiento o aceptación de su identidad.
Mientras dialogábamos sobre las
afectaciones del entorno social, las limitaciones que hay en los productos
comerciales y culturales, buscaba otros datos que me ayudaran a comprender esos
cuestionamientos que en lo personal nunca tuve que hacerme y que probablemente
tampoco los tengan gran número de personas. Le pregunto a Cam por qué para unos
esta identidad se descubre a temprana edad y en otros toma tiempo, me cuenta un
poco de su experiencia: “pareciera que las personas trans tenemos que ser
expertas en un montón de temas (psicología, filosofía, endocrinología, etc.)
solamente para justificar nuestra existencia, la verdad es que necesitamos
cuestionarnos todas esas cosas que para muchas personas cisgénero se dan por
sentado”.
Con lo anterior refuerzo que nos
urge hacer más cuestionamientos, investigar y conocer toda la información
posible, porque en más de una ocasión partimos desde nuestra realidad
considerándola como la única verdad, olvidándonos de que esto puede dañar a
quienes viven en otras realidades. Por
ejemplo, uno de los estereotipos más comunes que envuelve a la comunidad LGBT
es la promiscuidad, sin embargo, el trasfondo de etiquetas como esta puede
estar en la necesidad de realizar trabajos sexuales debido a que en otros ámbitos
les cierran las puertas.
Uno de los datos más interesantes
que me topé en mi búsqueda, fue que la construcción de la sexualidad es 98%
psicológica. Es decir, parte de nuestra sexualidad se construye con la
información del entorno, ¿qué pasa entonces cuando todo lo que nos rodea es
limitado? ¿Qué pasa si faltan figuras de diversidad sexual en la narrativa? Nos
olvidamos de que esa diversidad es parte del orden natural, no es algo anormal,
simplemente es menos frecuente. El sexo puede estudiarse desde tres
dimensiones: biológica, social y psicológica. En el campo biológico hay una
eterna discusión respecto a lo masculino o femenino, como si los genitales bastasen
para dotar de identidad a una persona. Pero también hay estudios que prueban
que la diversidad sexual existe también en plantas y animales, demostrando que
su origen es multifactorial.
Años atrás hablar de
homosexualidad o de personas trans era catalogado como una patología, hoy hay
estudios que comprueban que biológicamente hay cambios en el cerebro que
diversifican aún más la identidad sexual. Podríamos hacer libros y compendios
enteros de cada una de las posibles identidades, pero antes hemos de partir de
puntos en común. De reconocernos a todos como personas, donde tengamos
oportunidades que se midan según nuestras capacidades y no por apariencia o
preferencias. Un mundo inclusivo se trata de asignar a todos lo que necesitan,
no lo mismo. ¿Qué pasa cuando nuestras necesidades son similares? Partamos de
los puntos en común y el respeto a los derechos humanos del otro.
Esto es sólo el comienzo de un
viaje de cuestionamientos que todos deberíamos hacernos, si al igual que yo
necesitas información para entender cómo romper con estereotipos puedes seguir
a quienes brindan datos más completos y apoyo constante: @cam_acma,
@dulcedistorsion, @khuriel, @parapentemagico, Asociación por las infancias
transgénero, Vida plena puebla y seguramente en internet encontrarás muchas más.
Partamos del entendimiento, no de los juicios.