domingo, 14 de junio de 2020

Muchos colores, un arcoíris

Por: Zaira Rosas

La semana pasada surgió un debate en redes sociales debido a declaraciones realizadas por J.K. Rowling, que fueron catalogadas de transfóbicas, posteriormente al debate se sumaron feministas radicales, se recordaron otros momentos donde la escritora hacía hincapié en la necesidad de reconocer el sexo para no olvidar la lucha de derechos y donde defendía a una mujer que fue despedida por opiniones absolutistas. La autora de Harry Potter hizo todo un ensayo explicando su postura, pero también surgieron otros comentarios donde se decía que las mujeres trans son quienes dicen ser. Y en medio de todo vi la necesidad de investigar más al respecto, ¿por qué el hablar de “personas que menstrúan” había generado todo esto?
En la lógica inmediata podríamos decir: las personas que menstrúan son mujeres y punto, pero estaríamos olvidando a los hombres trans, y muchas otras personas cuya identidad sexual aún no está clara. Mientras leía todo tipo de discusiones descubrí que no estaba debidamente informada respecto a la comunidad LQBTQ+, que la diversidad sexual es más amplia de lo que imaginamos y que hay infinidad de estudios y principios que todos deberíamos conocer. Quizás los estereotipos han regulado gran parte de nuestras ideas, pero en este siglo sólo es necesario preguntar con respeto para comprender a profundidad a los demás.
Gracias a una plática con Cam Acma, una mujer trans, comencé una búsqueda de información que me clarificara cuáles son los términos correctos, en qué momento somos partícipes de la discriminación o segregación que viven grupos vulnerables, y con qué acciones podemos ser más inclusivos. Uno de los principios básicos es el respeto, el simple hecho de dirigirnos a alguien por el nombre o pronombre elegido, puede salvarle la vida. Sí, porque gran parte de los suicidios en personas de la comunidad LGBTQ+ es por falta del reconocimiento o aceptación de su identidad.
Mientras dialogábamos sobre las afectaciones del entorno social, las limitaciones que hay en los productos comerciales y culturales, buscaba otros datos que me ayudaran a comprender esos cuestionamientos que en lo personal nunca tuve que hacerme y que probablemente tampoco los tengan gran número de personas. Le pregunto a Cam por qué para unos esta identidad se descubre a temprana edad y en otros toma tiempo, me cuenta un poco de su experiencia: “pareciera que las personas trans tenemos que ser expertas en un montón de temas (psicología, filosofía, endocrinología, etc.) solamente para justificar nuestra existencia, la verdad es que necesitamos cuestionarnos todas esas cosas que para muchas personas cisgénero se dan por sentado”.
Con lo anterior refuerzo que nos urge hacer más cuestionamientos, investigar y conocer toda la información posible, porque en más de una ocasión partimos desde nuestra realidad considerándola como la única verdad, olvidándonos de que esto puede dañar a quienes viven en otras realidades.  Por ejemplo, uno de los estereotipos más comunes que envuelve a la comunidad LGBT es la promiscuidad, sin embargo, el trasfondo de etiquetas como esta puede estar en la necesidad de realizar trabajos sexuales debido a que en otros ámbitos les cierran las puertas.
Uno de los datos más interesantes que me topé en mi búsqueda, fue que la construcción de la sexualidad es 98% psicológica. Es decir, parte de nuestra sexualidad se construye con la información del entorno, ¿qué pasa entonces cuando todo lo que nos rodea es limitado? ¿Qué pasa si faltan figuras de diversidad sexual en la narrativa? Nos olvidamos de que esa diversidad es parte del orden natural, no es algo anormal, simplemente es menos frecuente. El sexo puede estudiarse desde tres dimensiones: biológica, social y psicológica. En el campo biológico hay una eterna discusión respecto a lo masculino o femenino, como si los genitales bastasen para dotar de identidad a una persona. Pero también hay estudios que prueban que la diversidad sexual existe también en plantas y animales, demostrando que su origen es multifactorial.
Años atrás hablar de homosexualidad o de personas trans era catalogado como una patología, hoy hay estudios que comprueban que biológicamente hay cambios en el cerebro que diversifican aún más la identidad sexual. Podríamos hacer libros y compendios enteros de cada una de las posibles identidades, pero antes hemos de partir de puntos en común. De reconocernos a todos como personas, donde tengamos oportunidades que se midan según nuestras capacidades y no por apariencia o preferencias. Un mundo inclusivo se trata de asignar a todos lo que necesitan, no lo mismo. ¿Qué pasa cuando nuestras necesidades son similares? Partamos de los puntos en común y el respeto a los derechos humanos del otro.
Esto es sólo el comienzo de un viaje de cuestionamientos que todos deberíamos hacernos, si al igual que yo necesitas información para entender cómo romper con estereotipos puedes seguir a quienes brindan datos más completos y apoyo constante: @cam_acma, @dulcedistorsion, @khuriel, @parapentemagico, Asociación por las infancias transgénero, Vida plena puebla y seguramente en internet encontrarás muchas más. Partamos del entendimiento, no de los juicios.