miércoles, 15 de julio de 2020

CARLO COCCIOLI EL ESCRITOR ÍTALO-FRANCO-MEXICANO. (III)

“Una historia de jóvenes.”

Por Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

Escuché de Facundo Cabral la frase: “Cosa extraña el hombre; nacer no pide, vivir no sabe, morir no quiere.” Esta reflexión en parte nos enseña que muchas cosas nos son dadas por la naturaleza y otras por las circunstancias, y, tal vez, lo único que podemos decidir con relativa libertad es como queremos vivir nuestras vidas, digo, tal vez, porque es indudable que aun siendo personas voluntariosas, decididas, seguras, existen límites internos y externos que nos condicionan, nos impiden desarrollarnos y esto provoca una actitud natural en el hombre de siempre buscar y querer más, el hombre espera algo extraordinario para ser dichoso y cuando logra obtener eso que buscaba descubre que no es dichoso y continuará en esa búsqueda, luego entonces, ¿Cuándo se es dichoso? o ¿Cómo se logra ser dichoso? Toda esta interesante y humana problemática se encuentra bellamente desarrollada en la novela: “Una historia de jóvenes” de Carlo Coccioli, publicada en 1948.
Las novelas llamadas filosóficas si bien narran una historia imaginada, inventada o recreada, los personajes que son parte de la trama nos hacen reflexionar y meditar con ellos sobre temas y cuestionamientos que normalmente se analizan en los ensayos o tratados de filosofía pura. En la novela de Coccioli nos encontramos con personajes esencialmente jóvenes, Fabio, Lisabetta y Lucía, son personas de veinte a veintiséis años de edad, y antes de narrarles parte de la historia, Coccioli nos recuerda que el hombre siempre ha valorado a la juventud como el divino tesoro y ante esta visión podríamos pensar y creer que al ir perdiendo la juventud iremos perdiendo un poco de dicha e incluso bajo esa óptica afirmaríamos que la verdadera dicha está en la juventud, las falacias de autoridad son fáciles de destruir y por ello conozcamos: “Una historia de jóvenes.”
Fabio es un escritor de veintiséis años de edad, claramente se percibe que es un joven burgués con una vida resuelta, hombre de buenos principios y modales. Fabio viajó a la comunidad francesa llamada el Borgo en busca de Lisabetta, una joven de veinte años de edad de quien estaba enamorado, cuando llegó al pequeño pueblo Fabio conoció a Lucía quien es amiga de Lisabetta, Lucia le dijo a Fabio que Lisabetta se encontraba en Esperia presentando unos exámenes en la Universidad, el encuentro entre Fabio y Lucía por lo fortuito tuvo algo de especial, además, Lucía es descrita como una chica angelical, agradable, sincera, directa, y esas características llamaron la atención de Fabio, al final los dos jóvenes viajaron a Esperia, Lucía para ingresar a la Universidad y Fabio para poder ver y tratar de conquistar a Lisabetta.
En el viaje Lucía le confesó a Fabio que ella vivía momentos muy difíciles en la relación con su madre, a Lucía le incomodaba y le molestaba que su madre tuviera de amante a Sebastián, un joven de veintiocho años y ella una mujer viuda de cuarenta y tres años, pero, sobre todo, le irritaban los ruidos de placer que ellos tenían, y créanme que Lucía no es una chica conservadora, mocha, espantada, sólo que se sentía incomoda con esa relación porque Sebastián era un conocido de la familia desde muy joven y ella se expresa muy bien de él. En esta parte de la historia Fabio le dice a Lucía que la gente adulta siempre piensa y afirma que ser joven es sinónimo de felicidad, plenitud, y si bien hay muchas bondades que da la juventud, nadie puede asegurar que se es feliz sólo por tener esa edad:
“Que dichoso son ustedes, jóvenes, sin cuidados, gozosos, la vida les sonríe sin plantearles problemas; yo quisiera replicar: Muéstreme nuestra ventaja, y esa famosa dicha que debería ser nuestra.  –Quizá digamos las mismas cosas cuando seamos viejos, porque el pasado parece hermoso siempre, y los sufrimientos se olvidan. Y luego, como los viejos, quizá seamos más sufridos, lo bastante cuerdos para nos buscar el porqué de las cosas, para no atormentarnos inútilmente. Pero yo no acabo de imaginar mi vejez; es una cosa que no me concierne; no puedo comprender más que el presente, y todo lo que, en él, me hace sufrir.”
Lo interesante de este dialogo es recapacitar sobre lo que sienten, creen, viven, etc. los personajes involucrados. Lucía a sus veinte años de edad le duele que su madre tenga un amante tan joven y más porque ella está enamorada del mismo amante de su madre, por supuesto que ni su madre ni Sebastián lo saben, como sea Lucía sufre, llora, ahora bien, pensemos en la posición de su madre, es una mujer en plenitud de su vida, viuda, seguramente por su mente pasan conceptos como rehacer su vida, querer, sentir, disfrutar, cualquier lector podría pensar, está bien, pero que busque a alguien de mayor edad, no obstante, si bien hay actitudes lógicas, conceptos y argumentos que tienen cierta validez universal, no olvidemos que el ser humano es razón pero también pasión y nadie puede sentirse tan infalible para decir que tirará la primera piedra.
Fabio empezará a convivir con las dos chicas, Lisabetta se le resiste mucho, aun así, en su actitud nunca cierra la puerta por completo, Lisabetta representa el espíritu práctico de las sociedades modernas, es decir, el amor sí importa, pero importa más la realidad, la estabilidad, el futuro de tus hijos, la economía y Fabio aporta esa seguridad. A partir de aquí conoceremos toda una historia de salidas, fiestas, coqueteos y resistencias, Lucía hará el amor con Fabio, ella de manera sincera cuando están a punto de hacerlo le dice a Fabio que lo quiere hacer para sacarse de la mente a Sebastián, para matar ese amor que la atormenta, Fabio entre más convive con Lucía más la valora y se percibe un enamoramiento, sin embargo, Lisabbeta se decide por Fabio y le declara su amor, el final de una de las dos chicas es trágico, misterioso, triste, injusto, pero acaso, ¿La vida es justa?
La novela tiene muchos momentos donde los personajes viven ensimismados, es una novela filosófica y psicológica ya que sus cuestionamientos y planteamientos calan hondo y al mismo tiempo te causan empatía por el otro y tratas de comprenderlo, y la comprensión abarca la misma inestabilidad de la dichosa juventud, porque los personajes sufren por algo que a los adultos podría parecérseles ridículo, inmaduro, pero acaso no fueron jóvenes y vivieron estas problemáticas, quién no reflexionó y dudó como lo hace a continuación Fabio:
“–¡Es tan difícil! Yo mismo no logro alcanzar la extensión de esta enorme tela de araña donde me enredo cada día más. Te diré no más que siempre he esperado algo. Que, si escudriño el curso de mi vida, compruebo que todo se ha reducido a una espera. ¿Esperar a quién? Todo es ilusión. Todo es sueño. Pero debo hacer como si no lo supiera.”
¿Dónde se encuentra la dicha? O será que seremos seres permanentemente inestables, insatisfechos. Desde una opinión personal creo que la dicha no tiene edades, pero si somos realistas al inicio de nuestras vidas la dicha depende de muchas circunstancias que nos rebasan, ejemplos, la familia que nos tocó, la educación que recibimos, el lugar donde nacimos, etc. Empero, por difícil que sea, una vez teniendo un grado de consciencia y si logramos alcanzar la mayoría de edad Kantianamente, podremos esforzarnos y acercarnos a tener no la dicha de la felicidad porque siempre es compleja y dependiente de muchos factores externos, pero si la dicha de la tranquilidad y la paz, porque eso depende de nuestra actuar.
Que complejo se lee todo esto, pero, ¿Tenemos otra opción?