Ricardo Vázquez Salazar
Del Muro de Berlín al Cerco Legislativo de Veracruz
La vorágine de acontecimientos que han surgido a partir de los
acontecimientos de Ayotzinapa, se han visto marcados por constantes yerros de
la clase gobernante en varias regiones del país. Como si cada quien quisiera
hacer su aportación para que las cosas se compliquen más cada día. Han entrado
en una etapa de descomposición del tejido político, irremediable; una especie
de metástasis que se exhibe en la vidriera de la impunidad.Mientras las protestas de la ciudadanía aumentan; en su desesperación
los dirigentes de partidos políticos hoy hablan de llevar a cabo un
blindaje extremo contra candidatos involucrados con el crimen organizado, como
lo expresó la cada día más deteriorada dirigente del PRI en Veracruz, Elizabeth
Morales. Lo mismo han señalado dirigentes del PAN y PRD.Habrá que preguntarles si el supuesto blindaje incluirá también a
delincuentes de cuello blanco, que son en mayor cantidad. Simple demagogia. El 9 de noviembre de 1989 se derriba el Muro de Berlín. Fue una fecha
histórica muy significativa, de libertad y apertura total; en la que quedó
sepultada la utopía socialista en una fosa que alcanzaba a
todos los países del este de Europa. Entre otras características, el muro
contaba además con un cerco metálico sumamente peligroso para quien se
atreviera a cruzar. Paradójicamente, en el mismo mes de noviembre, en
el 104 Aniversario de la Revolución Mexicana, en Xalapa, en el Palacio
Legislativo se coloca un cerco metálico -parecido al que reforzaba el Muro de
Berlín-, un cerco eléctrico con cuchillas cortantes, propio de un campo de
concentración, o de un penal de máxima seguridad; instalado no para que evitar
que alguien salga, sino para impedir que entren “intrusos” que
intenten protestar en la “casa de los representantes” de la ciudadanía. A la barda que hoy resguarda la Legislatura
veracruzana, se agrega la colocación de un filoso cerco metálico, como medida
de “Protección Civil”, lo que representa una absurda medida.Ensancha el abismo entre “representantes” y
sociedad.Se erige como símbolo de distanciamiento. Hiere a la población como un aberrante instrumento
de separación. El mismo cerco que colocaron los legisladores, es el mismo cerco que en
sentido peyorativo podría el electorado tender en las próximas elecciones.
Sin duda, la LXIII Legislatura veracruzana dejará huella; pasará a la
historia. rvazquez002@Yahoo.com.mx