martes, 13 de octubre de 2015

ACONTRACORRIENTE

INCERTIDUMBRE Y FRIVOLIDAD

Por Manuel del Ángel Rocha

Escepticismo es el termino con  que se pinta la sociedad veracruzana, pero también al país, porque cuando platicamos con un vecino o amigo del mismo lugar, o paisano de otra localidad, o algún conocido que viene de otro estado, su sentir  con respecto a nuestra clase política y la situación que viven  Veracruz y México, es de incertidumbre. El ambiente que nos rodea es de pesadumbre.  Incluso,   personas  ajenas al país, que pisan tierra  nacional, su pregunta es en automático, ¿porque la muerte de los 43 estudiantes de  la normal de Ayotzinapa?.  En Veracruz este sentir se radicaliza, porque se avecina una contienda electoral por  una mini  gubernatura de transición, donde  la población apenas intervendrá, no por convencimiento, sino para ver que “pesca”, acostumbrada a que esa temporada, es la única en que  hay dinero. La compra de conciencias, el clientelismo, pues. Pero de convicción y compromiso, nada.

En las ultimas tres décadas, la política económica del país no ha  variado un ápice, y fiel a la doctrina del liberalismo económico, ha empujado a la transformación de  leyes históricas, esenciales, que lejos de beneficiar a los mexicanos, los ha empobrecido, al grado de su pauperización. En Veracruz, en los dos últimos  años, el número de pobres creció  en más de medio millón de almas, con el agravante  del  cuestionamiento permanente sobre sus políticos, y  la inmanejable deuda pública, que predispone la  quiebre financiero del estado, y acentúa la realidad de seguir cercenando el desarrollo  social de sus habitantes, que paralelamente, crea un escenario de profunda incredulidad ciudadana.  Los  dimes y diretes de la clase política local, es la comidilla en los círculos de la convivencia diaria,  que solo permite visualizar la verdadera estatura de ella, porque al parecer no le interesa lo que piense y opine la sociedad. En su vida, la gente no existe, o solo como mero referente de su   imaginación.  No se mezclan con ella, ni contactan, ni interactúan,  porque “cada uno, es cada cual”, y pintan su raya, para permanecer devotos a su “fidelidad prospera”. Fanfarrones e insolentes, pretenden no saber que el dinero es del pueblo, y se quieren engañar ante lo ostentoso de sus fortunas, que en recurrentes francachelas, “pelicanas” frente al mar (porque frente “al mar, la vida es mas sabrosa)”, extreman sus competencias verbales, para ver quien acumula más dinero, propiedades y estupidez.   Su culto a la liviandad es monumental, y el amor al “estúpido dinero” es magno, sabedores que viven auto y sobreprotegidos por la camarilla, que los une, pero además, les da  la identidad de lo pernicioso de sus vidas.

Se ha convertido en una tautología, en un pleonasmo, la reiteración sobre la corrupción y  la falta de transparencia, donde ni la Auditoria Superior de la Federación, a  querido desanudar los vínculos que mantiene con el gobierno, cediendo su derecho de actuación a la Fiscalía General del estado, que en sus indagatorias sobre la desviación de recursos públicos, acaba por ser juez y parte,  para sancionar únicamente a sus adversarios, pero nada absolutamente  del enriquecimiento inexplicables de los escasos quince miembros de la pandilla,  señalados vía vox populi. De aquellos catorce funcionarios públicos que la Contraloría estatal señaló que sancionaría por no “documentar, ni certificar”,   las observaciones que la ASF había hecho de las irregularidades del  gobierno del estado; nada. El Contralor afirmó en conferencia de prensa, que los catorce inculpados  habían sido encontrados responsables por “omisión, irregularidades, negligencia e irresponsabilidades en el desempeño de sus funciones”, por lo que  de acuerdo a la ley de responsabilidades de los Servidores  Públicos de Veracruz,    la penalidad iba  desde “el apercibimiento, hasta la inhabilitación temporal por diez años”.  De los peces gordos (a propósito de cañas de pescar), solo Carlos Aguirre Morales y Mauricio Audirac Murillo  aparecían en aquella lista que  Ricardo García Guzmán filtró a la opinión pública  la ultima semana de junio del presente año. Los demás, “charalitos”, que ni de montón alcanzan el medio kilo, solo distractores para proteger y ocultar a los verdaderos responsables del quebranto de las finanzas estatales.

Y aprovechando las “cañas de pescar”, el dislate e irreverencia a la elemental cortesía política, y falta de respeto a un auditorio campirano, que solo  fue acarreado para testificar el ritual  de la ascensión del  neo cacique,  se produjo justamente el día anterior en “pelicanos”, donde lo menos que la caterva argumentó, ya en pleno festín al dios Baco, fue la crucifixión del  nada ambivalente  senador, por su premeditada estrategia de jugar su jugo, antes que priorizar el del grupo. Una frívola complicidad, que ha costado al estado no solo dinero, sino también escarnio  y  una critica interna generalizada, también  desde  del altiplano,  del extranjero, donde siguen a pie juntillas el zangoloteo de esa carreta llamada Veracruz, jalada por una  manada de bueyes.    Mientras tanto, hay que aumentar el 3% al Impuesto de la Nomina, porque las arcas están vacías y  los aguinaldos se avecinan. “Tapar un hoyo, con otro”. Ante tanta frivolidad por los caprichos e insensatez de un  gobierno sin autoridad,  urgen políticos sensatos que recuperen la liquidez económica, y  la confianza de millones de veracruzanos. Ante la debacle, están obligados a ello.