INCERTIDUMBRE Y FRIVOLIDAD
Por Manuel del Ángel Rocha
Escepticismo es el termino con que se pinta la sociedad veracruzana, pero también
al país, porque cuando platicamos con un vecino o amigo del mismo lugar, o
paisano de otra localidad, o algún conocido que viene de otro estado, su
sentir con respecto a nuestra clase
política y la situación que viven Veracruz
y México, es de incertidumbre. El ambiente que nos rodea es de pesadumbre. Incluso, personas
ajenas al país, que pisan tierra nacional, su pregunta es en automático, ¿porque
la muerte de los 43 estudiantes de la
normal de Ayotzinapa?. En Veracruz este
sentir se radicaliza, porque se avecina una contienda electoral por una mini gubernatura de transición, donde la población apenas intervendrá, no por convencimiento,
sino para ver que “pesca”, acostumbrada a que esa temporada, es la única en que
hay dinero. La compra de conciencias, el
clientelismo, pues. Pero de convicción y compromiso, nada.
En las ultimas tres décadas, la
política económica del país no ha
variado un ápice, y fiel a la doctrina del liberalismo económico, ha
empujado a la transformación de leyes
históricas, esenciales, que lejos de beneficiar a los mexicanos, los ha
empobrecido, al grado de su pauperización. En Veracruz, en los dos últimos años, el número de pobres creció en más de medio millón de almas, con el
agravante del cuestionamiento permanente sobre sus
políticos, y la inmanejable deuda pública,
que predispone la quiebre financiero del
estado, y acentúa la realidad de seguir cercenando el desarrollo social de sus habitantes, que paralelamente, crea
un escenario de profunda incredulidad ciudadana. Los dimes
y diretes de la clase política local, es la comidilla en los círculos de la
convivencia diaria, que solo permite
visualizar la verdadera estatura de ella, porque al parecer no le interesa lo
que piense y opine la sociedad. En su vida, la gente no existe, o solo como
mero referente de su imaginación. No se mezclan con ella, ni contactan, ni
interactúan, porque “cada uno, es cada
cual”, y pintan su raya, para permanecer devotos a su “fidelidad prospera”.
Fanfarrones e insolentes, pretenden no saber que el dinero es del pueblo, y se
quieren engañar ante lo ostentoso de sus fortunas, que en recurrentes
francachelas, “pelicanas” frente al mar (porque frente “al mar, la vida es mas
sabrosa)”, extreman sus competencias verbales, para ver quien acumula más
dinero, propiedades y estupidez. Su culto a la liviandad es monumental, y el
amor al “estúpido dinero” es magno, sabedores que viven auto y sobreprotegidos por
la camarilla, que los une, pero además, les da
la identidad de lo pernicioso de sus vidas.
Se ha convertido en una
tautología, en un pleonasmo, la reiteración sobre la corrupción y la falta de transparencia, donde ni la
Auditoria Superior de la Federación, a querido desanudar los vínculos que mantiene
con el gobierno, cediendo su derecho de actuación a la Fiscalía General del
estado, que en sus indagatorias sobre la desviación de recursos públicos, acaba
por ser juez y parte, para sancionar
únicamente a sus adversarios, pero nada absolutamente del enriquecimiento inexplicables de los escasos
quince miembros de la pandilla, señalados vía vox populi. De aquellos catorce
funcionarios públicos que la Contraloría estatal señaló que sancionaría por no
“documentar, ni certificar”, las
observaciones que la ASF había hecho de las irregularidades del gobierno del estado; nada. El Contralor
afirmó en conferencia de prensa, que los catorce inculpados habían sido encontrados responsables por
“omisión, irregularidades, negligencia e irresponsabilidades en el desempeño de
sus funciones”, por lo que de acuerdo a
la ley de responsabilidades de los Servidores
Públicos de Veracruz, la
penalidad iba desde “el apercibimiento,
hasta la inhabilitación temporal por diez años”. De los peces gordos (a propósito de cañas de
pescar), solo Carlos Aguirre Morales y Mauricio Audirac Murillo aparecían en aquella lista que Ricardo García Guzmán filtró a la opinión
pública la ultima semana de junio del
presente año. Los demás, “charalitos”, que ni de montón alcanzan el medio kilo,
solo distractores para proteger y ocultar a los verdaderos responsables del
quebranto de las finanzas estatales.
Y aprovechando las “cañas de
pescar”, el dislate e irreverencia a la elemental cortesía política, y falta de
respeto a un auditorio campirano, que solo
fue acarreado para testificar el ritual de la ascensión del neo cacique,
se produjo justamente el día anterior en “pelicanos”, donde lo menos que
la caterva argumentó, ya en pleno festín al dios Baco, fue la crucifixión del nada ambivalente senador, por su premeditada estrategia de
jugar su jugo, antes que priorizar el del grupo. Una frívola complicidad, que
ha costado al estado no solo dinero, sino también escarnio y una
critica interna generalizada, también desde del altiplano, del extranjero, donde siguen a pie juntillas
el zangoloteo de esa carreta llamada Veracruz, jalada por una manada de bueyes. Mientras
tanto, hay que aumentar el 3% al Impuesto de la Nomina, porque las arcas están vacías
y los aguinaldos se avecinan. “Tapar un
hoyo, con otro”. Ante tanta frivolidad por los caprichos e insensatez de un gobierno sin autoridad, urgen políticos sensatos que recuperen la
liquidez económica, y la confianza de
millones de veracruzanos. Ante la debacle, están obligados a ello.