De
Interés Público
Emilio
Cárdenas Escobosa
¿Qué fue lo que falló para que no se
obtuvieran los votos requeridos a fin de que el Congreso aprobara la solicitud
del Gobernador Miguel Ángel Yunes Linares para la reestructuración de la deuda
de Veracruz? ¿Impericia y falta de oficio del presidente de la Junta de
Coordinación Política el panista Sergio Hernández Hernández? ¿Falta de
información a los legisladores por parte de la Secretaría de Finanzas y
Planeación respecto al monto y el destino de los recursos que serían liberados
del pago de deuda con el nuevo esquema de negociación? ¿O fueron
acontecimientos judiciales como la detención del ex gobernador Flavino Ríos
Alvarado acusado de encubrimiento al prófugo Javier Duarte o el enconado pleito
que trae el mandatario veracruzano con Andrés Manuel López Obrador, los que
influyeron para el rechazo de las bancadas de Morena y del PRI a lo solicitado
por Yunes? Se pueden aventurar varias respuestas a estas interrogantes pero en
lo que coinciden diversos observadores
del quehacer político es que todos estos temas son ingredientes de un explosivo
cóctel que le estalla en las manos al gobierno del cambio y le reduce
notablemente capacidad de maniobra.
En varios análisis hechos a propósito de los
primeros cien días de la alternancia en Veracruz se ha insistido en que en su
mayoría el equipo de trabajo, funcionarios y legisladores, que acompaña al
gobernador en su tarea está muy por debajo de las expectativas para hacer frente
al desafío de remontar una crisis enorme en todos los órdenes que le dejó el
gobierno de Javier Duarte. Se ha dicho que muchos, en posiciones clave, carecen
de oficio y experiencia. Fuera de algunos secretarios con amplia trayectoria y
que han acompañado al gobernador desde hace más de dos décadas, se ha habilitado
a recomendados y amigos de los hijos de Yunes Linares que llegaron al gobierno
a aprender con la idea de que el próximo año el alcalde de Boca del Río
sucederá a su papá en la gubernatura de Veracruz. Y lo peor, se cedieron
espacios a la parte más impresentable del perredismo veracruzano, la que se
benefició y enriqueció ostensiblemente con Duarte, y que en la víspera de la
sucesión fue puesta a la orden de Yunes por mediación del legislador federal
Erick Lagos Hernández, fidelista de cepa, a quien curiosamente ahora en plena
tarea de atrapar a los culpables del saqueo a Veracruz no se le menciona en
absoluto. Recomendados que siguen al servicio de éste y que como pago de
favores políticos despachan en la Secretaría de Gobierno y presiden importantes
comisiones en la LXIV Legislatura del Congreso del Estado, como son los casos
de Rogelio Franco y Sergio Rodríguez.
Así vemos también a noveles legisladores
habilitados como operadores que en sus acciones han dejado mucho que desear. Y
el caso del coordinador de los diputados panistas y presidente de la Junta de
Coordinación Política es clara muestra de ello. Recomendado de Pepe Mancha el
dirigente estatal de Acción Nacional y avalado por Yunes Linares, Hernández poco
ha ayudado al gobernador a sacar adelante proyectos y reformas fundamentales, y
ahora con el caso de la reestructuración de la deuda el mundo se le ha venido
encima. Tras este sonado revés son muchas las voces que cantan su relevo como
titular de la Junta de Coordinación Política.
En cuanto a si fueron o no debidamente
informados los diputados sobre los alcances, ahorros y aplicación de los
recursos remanentes de aligerar la carga de la deuda estatal, ¿se les dieron
pormenorizadamente esos datos? Lo desconocemos porque públicamente fue poco lo
que se supo. No se tuvo el cuidado de transparentar esa información de cara a
los veracruzanos. De haberlo hecho, hoy tras la votación en el Congreso,
fácilmente se podría exhibir a los legisladores del PRI, Morena e
independientes como mentirosos y chantajistas de haberse hecho públicas las
cuentas de lo que se haría con la reestructura. Un problema, otro, de fallas en
la comunicación, puesto que lo único que se nos dijo hasta la saciedad es que
Veracruz iría a la quiebra y entraría en una situación de catástrofe social de
proporciones incalculables; argumento que ahora es el que se utiliza de nuevo
para subrayar que éstos apostaron por la quiebra del estado y para que a
Veracruz le vaya mal.
Por último, pero no menos importante, y quizá
donde está el quid de la cuestión, es en la serie de reyertas que protagoniza
el gobernador. Con López Obrador es ya cosa común y con el priismo nacional ni
se diga. Entendible desde luego en el caso del tabasqueño puesto que Morena
estaría a un tris de hacerse de la gubernatura dado el crecimiento exponencial
de éste en las preferencias ciudadanas, lo que complicaría en grado sumo la
aspiración del panismo y del propio hijo de Yunes Linares en el 2018 cuando El
Peje ande en su tercera campaña presidencial con altas posibilidades de triunfo
y ello arrastre el voto en la entidad para que quien abandere a Morena. Y de
ahí la guerra en la que se ha enfrascado el gobernador, la que por lógica hace
que la bancada morenista, un partido donde nada se mueve sin la voluntad de
AMLO, rechace cualquier iniciativa del Ejecutivo.
Y en el caso de los priistas, qué podía
esperarse de ellos, si de por sí es mutua la animadversión con Yunes, y ahora
con el caso de la detención del ex gobernador Flavino Ríos Alvarado, quizá el
integrante del gobierno de Duarte que menos temas punibles pueda tener, y quien
por lo visto habrá de cargar las culpas de la banda de saqueadores, se agudiza
la confrontación. Para Flavino por lo visto solo habrá justicia y no gracia,
como sucede con los ex funcionarios, diputados federales y locales provenientes
del duartismo, quienes, es vox populi, vendieron información y devolvieron
dinero y bienes a Yunes a cambio de inmunidad y, obviamente, de impunidad. Por
eso están tan campantes en el Congreso local, en la Cámara de Diputados Federal
o se enfilan a ser abanderados de la alianza PAN-PRD, como el ex contralor
Ricardo García Guzmán en Pánuco. Para los Mota, Spinosso, Silva, Lagos, Del
Castillo, Benítez y otros más sí hubo perdón y olvido. Así cómo. ¿Somos o no
somos?
Por el contenido y tono del mensaje en redes
que compartió el gobernador Yunes luego de conocerse el rechazo en el Congreso
a su solicitud, se avizoran más pugnas. Ahora con los legisladores locales,
puesto que dijo que ante la crisis financiera producto del rechazo a la
reestructuración prefiere pagarle sueldos a los maestros, policías y otros
trabajadores antes que a los diputados. Lo que anunciaría posibles retenciones
al presupuesto al Poder Legislativo, en tanto encuentran opciones a este revés.
Mala cosa.
Lo que el gobernador necesita es un golpe de
timón y urgentes ajustes en su equipo de gobierno y, sobre todo, hacer uso de
las armas de la política, lo que siempre se le ha reconocido que sabe hacer. Es
urgente encontrar una salida a la agobiante crisis que dejó el duartismo. Pero
para arribar a ella poco ayudan los arrebatos, las venganzas y las
confrontaciones. Cabeza fría. No hay de otra.