Cadáveres políticos.
Por Helí Herrera Hernández
Debió tener entre 18 o 19 años. Deambulaba
en los pasillos de la Cámara de Diputados llevando papeles, cargando de vez en
cuando un celular-tabique como eran aquellos iusacell, buscando al diputado
federal de la LV Legislatura que era su jefe cuando recibía algún llamado
urgente. En otras ocasiones me topaba con él y con otros dos o tres auxiliares
del mismo legislador haciendo cola en las taquerías, fondas o restaurantes que
estaban frente al palacio legislativo porque su jefe no tenía la atención de
meterlos al restaurante del Congreso quizás, como para marcarles la línea que
no deberían cruzar de patrón-ayudantes.
Tenía
en esos años 30-31 de edad y debo decirlo, todo ese séquito cuando me los
encontraba me saludaban con un simple: buen día, buena tarde o buena noche
diputado. Nunca hubo un apretón de manos o alguna presentación pero eran muy
distintos, extremadamente distintos a como me los encontré años mas adelante ya
estando en el poder, primero con el que les enseño todo, y mas adelante ya
ellos, empoderados, tanto en su trato, comportamiento y vicios de riqueza.
Que
distintos aquellos muchachos de mezclilla, ropa y zapatos comunes con los que
me topaba ocasionalmente en algún comedero: arrogantes, con trajes y zapatos de
decenas de miles de pesos, rodeados de aduladores, soberbios, presumiendo el poder y pretendiendo convidarlo
con un “en que le puedo ser útil maestro
Helí, no dude en visitarme para lo que sea, por favor, déme la oportunidad de
servirle”, recordándome de esa manera quienes
se encontraban en la cúspide de la pirámide, ni mas, ni menos.
Un
lunes, al observar que un medio de comunicación donde se publican mis artículos
no lo hizo, le pedí a uno de los jóvenes que me auxilian que me comunicara con
el director de ese medio para preguntarle el porque, sinceramente me confeso: la
orden vino de arriba y como ellos pagan fuertes cantidades de publicidad
tenemos que aceptarla. Horas mas tarde, un amigo que laboraba
extremadamente cerca del gobernador me hablo por teléfono diciéndome “quiere verte el señor, platicar contigo,
que día puedes”, le conteste “Dile que no, difiero con el y su jefe (Fidel)
en todo, coméntale que estoy enterado que el había ordenado la censura a mi
artículo y que reiteraba lo que había escrito en él: que el solamente habitaba
palacio de gobierno, pero que quien gobernaba en realidad era Fidel Herrera,
promotor del caos que vivíamos en Veracruz”.
Meses
mas adelante, el 2 de enero de 2015,
Javier Duarte cita a todos los
presidentes municipales de Movimiento Ciudadano y les ofrece no retenerles
mas las participaciones federales, realizar con fondos del gobierno estatal
obra pública en sus municipios y dinero, mucho dinero (como era su costumbre:
coptar), si renunciaban a ese partido, públicamente, y anunciaban su adhesión
al PRI.
Convenció a la mayoría de
ellos y les preparo una conferencia de prensa para que, con bombo y platillo,
frente a cientos de reflectores dieran la noticia, que desde luego, le dieron
las 8 columnas tantos los medios impresos como los portales electrónicos. Su
objetivo era claro, doblar a ese partido
porque su dirigente nacional Dante Delgado cuestionaba, cada que venía a
Veracruz el desgobierno de éste y lo había sacado de sus casillas. Esa era su venganza.
Tal acción genero de mi parte
una respuesta tajante el domingo 4 de
enero de 2015 en mi artículo semanal para la mayoría de los mismos medios
que habían dado escasa horas antes la noticia. Lo titule “Operación
Casa Veracruz” y anote, en el penúltimo párrafo: “La operación
Casa Veracruz denunciada por los propios alcaldes fugados fue liderada por el
propio gobernador. Ellos así lo acusan, pero por experiencia les digo que ésta
va a generar muchos lastimados, cientos de heridos y preparémonos a ver
>cadáveres políticos< que utilizan el dinero público para corromper a
otros, para quebrarles las conciencias, para liquidar la poca o escasa
ideología que tenían”.
Anuncié, pues, la muerte política de Javier Duarte, de aquel joven que llevaba
documentos y cargaba el celular-tabique a Fidel Herrera Beltrán en la Cámara de
Diputados del Congreso de la Unión en la LV legislatura.
Sonó muchas veces mi celular la
noche de ese domingo. No lo conteste al ver el nombre de quien las hacia por
encargo directo del gobernador. El lunes 5 fue imposible eludir el cerco que me
habían tendido y tuve que aceptar la de dos amigos que estaban incrustados en
el gabinete: ¿“que pasa camarada, a que
se debe la urgencia”? les pregunte por separado a ambos. “Me dice el señor
que te diga que te invita a desayunar mañana, que es necesario por lo que
escribiste ayer. Que hay manera de arreglar los desacuerdos”, me dijo uno,
mientras que el otro fue mas directo: “quiere
hablar el gobernador contigo, esta muy molesto por tu artículo de ayer”,
contestándole que “yo mas por la actitud del ejecutivo de coptar, de corromper a los
alcaldes de movimiento ciudadano, de abusar del poder y, principalmente, de
entrometerse en la vida interna de los partidos para tenerlos a su disposición”,
como ya sucedía con el PRD, con el AVE, con el cardenista, con el panal
y con el verde, dado que era ya un secreto a voces que en ellos el que daba la
ultima instrucción era Javier Duarte.
Le manifesté a ambos que lo
que menos quería era un dialogo con él y que como amigos que éramos desde hace
varios años les pedía fueran muy
precisos con él sobre mi postura. Que ellos conocían mi trayectoria política y
que a estas alturas de la misma no iba a torcer ni el rumbo, ni mis principios,
ni mi prestigio de hombre que toda su vida ha hecho política pero que no tiene
ni placas de taxi, ni notaria, ni pisos en las torres departamentales de Boca
del Río. Que no recibo ni un solo peso como dirigente en Movimiento Ciudadano y
que vivo de los salarios de mi plaza magisterial, así como de las asesorías que
he tenido en el Poder Legislativo. Que ahorre al ser un hombre ordenado y sin
vicios en los cargos públicos que tuve tanto en la estructura edilicia como
cuando fui diputado local o federal, que me sirve simple y llanamente para
llevar una vida decorosa, aunque no lejana de preocupaciones económicas.
Fueron casi dos años de vivir cauteloso
en todas mis actividades sabedor de las reacciones de un personaje que el poder
lo había trastornado. Mis amigos llegaron a comentarme que algunas veces en
reuniones de gabinete el ejecutivo les preguntaba si seguían teniendo vinculo
conmigo el cual nunca negaron, debo reconocerlo. Les convido una sentencia con
el claro propósito que me la comentaran: “Helí
es un tipo frustrado porque cuando el era diputado en la LV legislatura yo
era un “chalanee” y ahora yo soy gobernador y él, francamente va en decadencia su carrera política”.
Quizás tenía razón ese joven
que llevaba papeles y cargaba un celular iusacell tamaño tabique cuando su jefe
Fidel Herrera era buscado en la Cámara de Diputados para que tomara la llamada;
aquel que se topaba conmigo y saludaba con un buen día, buena tarde o buena
noche diputado. Pero también yo tuve razón cuando afirme en aquel artículo “Operación casa Veracruz” del 4 de enero de
2015 publicado en este mismo espacio que él, se convertiría en un cadáver político.
Y allí está, transformado en
eso allá en la ciudad de Guatemala porque perdió el piso, porque nunca fueron
bien enseñados para servir, porque su maestro lo corrompió y el corrompió a
muchos mas. Era algo que no solo comenté sino escribí con años de distancia.
Las batallas ganadas y que el disfruto como aquel deleznable acto de piratería
política con los presidentes municipales de Movimiento Ciudadano hoy a mi, solo me refrescan la memoria.plazacaracol@hotmail.com
Twitter: HELÍHERRERA.es