la justicia?
Por: Zaira Rosas
zairosas.22@gmail.com
Más de dos mil quinientos
feminicidios tienen lugar cada año en México, cada dos horas una mujer es
asesinada en América Latina, 4 personas mueren al día por culpa de los camiones
de doble remolque, durante la gestión del gobierno actual se han presentado más
de cinco mil secuestros, y al final pese a las estadísticas y los casos que
alarman a cualquiera en México reina la impunidad.
Nombres como Lesvy Berlín,
Héctor Gandini, Javier Sicilia y muchos otros, se han vuelto los estandartes
del dolor, la injusticia, el miedo, la lucha contra la impunidad. La primera,
una de tantas mujeres asesinadas y luego culpada de su propia muerte por las
primeras investigaciones; el segundo es el nombre de un padre que movido por el
dolor de la pérdida de un hijo ha buscado que se prohíba el uso de camiones de
doble remolque, sin embargo su dolor sigue sin tener la respuesta anhelada; el
tercero también perdió a un hijo a manos de la violencia, comenzando por la
angustia de no encontrarlo para después saber que al igual que miles de padres
había perdido a su hijo a manos del crimen organizado.
Los casos de impunidad y
violencia ocurren todos los días, el modo de proceder en México ya parece estar
establecido en un manual sin sentido, la víctima siempre es culpable y si no es
culpa de la víctima tampoco se trata de la omisión en leyes ni de la corrupción
que permite a empresas pasar por encima de la constitución, como ejemplo el
transitar con vehículos que amenazan la seguridad e integridad de los demás.
En el caso de Héctor Gandini
y Javier Sicilia hablamos de padres que han ocupado su dolor para tratar de
evitar más tragedias, son figuras representativas en distintas luchas, pero
también hombres que gracias a su trayectoria tienen la oportunidad de ser
escuchados, y aun así las legislaciones y mejoras buscadas por ambos no se
alcanzan. Gandini ha sido vocero del número de víctimas constantes ocasionadas
por accidentes con vehículos de doble carga, que evidentemente ponen en riesgo
la seguridad de muchos.
Los gritos de Sicilia
comenzaron clamando una paz que no llegó y que cada día se ve más lejana con
los descubrimientos de fosas y la imposibilidad de identificar a quiénes
pertenecían los restos, pero detrás de todos los gritos hay más familias y
padres que no pueden ser escuchados, víctimas de los atracos de criminales y
también de los señalamientos absurdos en las investigaciones, en México los
culpables terminan siendo inocentes y los agredidos de alguna forma son por sí
mismos culpables o criminales.
Recientemente en la
México-Puebla una familia perdió a su hijo más pequeño, dos de sus integrantes
fueron violadas y en la búsqueda de auxilio se toparon con que se les señalaba
como delincuentes, la ineficiencia de unos termina siendo responsabilidad de
nosotros y por eso a muchos les duele ser mexicanos, pero decir que me duele
ser mexicana sería caer en criminalizar a nuestra nación de manera general, a mí no me duele ser mexicana, me duele
México, me duele su gobierno y la indiferencia de gran parte de su gente, pero
ante todo el dolor prevalece la necesidad de hacer algo, de reconocer la labor
de los que no se callan, de quiénes han señalado una y otra vez los errores que
hemos cometido como nación, prevalece el orgullo ante las propuestas y la gente
que ha defendido a las víctimas y por mexicanos que luchan y trabajan aún tengo
esperanzas.
Sin embargo en medio de la
esperanza me pregunto, ¿Cuántos más? ¿Cuántas muertes cuesta la justicia?
Porque hasta ahora los miles de muertos no han sido suficientes, quizás por
miedo o la incapacidad de enfrentar al poder, pero seguimos permitiendo que las
mujeres sean señaladas como cualquieras que merecían morir, permitimos que
prevalezca la corrupción en la SCT permitiendo que vehículos inapropiados
circulen en las carreteras, nos callamos ante los crímenes, secuestros y
violaciones de derechos humanos, y mientras los números de alarma aumentan, la
corrupción y la impunidad reinan hasta que todos los mexicanos dejemos de lado
el dolor y realmente exijamos justicia.