martes, 27 de junio de 2017

Esfera Política
Ricardo Vázquez Salazar
 
La medicina anticorrupción es amarga
El caso ha sido ampliamente difundido y comentado alrededor del mundo, ha impactado en primer lugar en los países latinoamericanos involucrados. La policía acusó a los altos ejecutivos de la compañía Odebrecht de actos de corrupción. Las empresas pagaban sobornos para asegurar contratos inflados del gobierno. Brasil, Suiza, Estados Unidos, y 9 países más entre los que se encuentra México, fueron afectados; algunos han actuado con sentido de responsabilidad al proceder legalmente en contra de los funcionarios cómplices, en otras naciones permanecen en fase de “análisis y recopilación de información”, ahí se encuentran estacionados.
Cuando detonó el caso Odebrecht en Brasil, 170 mil empleados de la otrora gigantesca empresa fueron enviados a la calle, de los cuales, la inmensa mayoría son completamente ajenos a las transas de los ejecutivos que sí participaron en un gran número de eventos de soborno con tal de obtener jugosos contratos de obra pública.
Brasil está ante los ojos de la comunidad internacional. Se está viendo como ejemplo de combate a la corrupción. No obstante que la podredumbre destapada en Odebrecht ha golpeado la economía carioca,  el 90 por ciento de la población que está resintiendo los efectos y las consecuencias del escándalo, está de acuerdo en que el proceso de investigación y castigo a los responsables continúe.  
El origen de los problemas económicos de Brasil es variado; también se deben a la caída de los precios mundiales de las materias primas, como el petróleo y la soya; según algunos economistas también son consecuencia de políticas erróneas, y por supuesto, a los colosales escándalos de corrupción.
Marcos Troyjo, co-director del BRICLab de la Universidad de Columbia, centrado en el estudio de Brasil, Rusia, India y China, ha apuntado que la medicina anticorrupción es amarga, pero es precisamente lo que Brasil necesita.
En nuestro país, el proceso de investigación que lleva a cabo la Secretaría de la Función Pública, de actos de soborno y corrupción de Odebrecht con funcionarios mexicanos se encuentra precisamente estacionado.
En territorio veracruzano, de distintas formas Odebrecht sigue siendo causante de lanzar a la calle a trabajadores. Con el inicio de operaciones del grupo MAS, conformado por la empresa brasileña y Aguas de Barcelona, encargada del suministro y saneamiento de agua para los municipios de Veracruz y Medellín, despidieron a mil trabajadores del desaparecido Sistema de Agua y Saneamiento, SAS, anteriormente encargados de realizar esa tarea.
Inconformes porque no fueron liquidados conforme a Derecho, los ex trabajadores de SAS interpusieron sus demandas ante la Junta de Conciliación y Arbitraje, confiados en que habrá una resolución a su favor.   
Lo había advertido Angélica Navarrete Mendoza, dirigente sindical del extinto SAS, que Grupo MAS sería incapaz de manejar el agua en Veracruz, hoy lo confirma, al señalar que de las existentes 52 plantas de tratamiento en la zona conurbada de Veracruz, únicamente dos operan al 50 por ciento, lo que trae como consecuencia que miles de litros de agua contaminada, sin ser tratada, se viertan al mar.
Las quejas en contra de Grupo MAS son cada vez más numerosas y preocupantes, pero tal parece que así continuarán operando, con todo a su favor, sin que hasta este momento alguna instancia les pueda poner un alto para proteger a la población de una serie de irregularidades.  
Acá todavía no se conoce lo amargo de la medicina anticorrupción. Sólo se conoce lo amargo de la corrupción.   
rvazquez002@yahoo.com.mx