
La crónica del
“te le he dicho”
Por Helí Herrera Hernández
Las elecciones de junio pasado en
los estados de México, Coahuila y Veracruz, donde las trapacerías electorales
volvieron aparecer, sirven para volver a demostrar cuan partidizados se
encuentran los consejeros electorales, que sin importar que digan las leyes de
la materia ellos las interpretan a modo de la nomenclatura que gobierna, sin
importar el ridículo nacional e internacional que hacen con sus decisiones.
Desde
la semana pasada los consejeros del Instituto Nacional Electoral declararon
públicamente que en Coahuila los candidatos a gobernador del PRI y del PAN
rebasaron con mucho los topes de campaña (motivo de nulidad de la elección);
que en el Estado de México el candidato del Revolucionario Institucional
también lo hizo (pero que no hay modo de probarlo), y que en Veracruz la
coalición PAN-PRD en 18 municipios también lo hizo, principalmente en los
municipios más grandes como el Puerto de Veracruz y Tuxpan, entre otros.
A
partir de allí nada ha ocurrido más que los plazos que dichas autoridades le han
dado a los partidos y candidatos violadores de la ley electoral para que
“compongan” sus cuentas, olvidándose de la obligación que tienen de declarar la
nulidad de esas elecciones, de aplicar la ley pues, que para ello fueron
elegidos, y que sanciona con esa sentencia los rebases multimillonarios de los
topes de campaña, así como el uso de dinero público en la promoción o compra
del voto.
De
nada sirven los dictámenes de la Unidad Técnica de Fiscalización del INE si los
consejeros nacionales y los de los Organismos Públicos Electorales (Oples), no
cumplen la ley que juraron hacerlo cuando tomaron posesión, y se ponen de
alfombra para que los hombres que detentan no solo el poder público sino el
económico en este país sigan pitorreándose de ella, exhibiéndoles socialmente
como lo que son: unos simples empleados de ellos.
Llevo
años escribiendo que mientras dichos consejeros sean elegidos en el Poder
Legislativo a propuesta de los partidos políticos mayoritarios (PRI-PAN-PRD),
en una proporción de 3, 2 y 1 respectivamente, éstos serán leales servidores a
ellos, y que contra viento y marea defenderán los intereses de los dirigentes
nacionales de los institutos políticos que los pusieron allí, como nuevamente
ocurre con las violaciones electorales en la elección del 4 de junio, pero como
antes también con la elección de 2006 cuando se atrevieron a decir los árbitros electorales que Vicente Fox y
Felipe Calderón violaron las leyes electorales, pero “nomas tantito”, o en 2012
cuando aceptaron que Peña Nieto rebaso los topes de campaña como 200 veces,
pero que no había forma de comprobarlo.
¿Qué
hacer con toda esta estructura electoral que sale carísima al pueblo de México,
dado que el salario que percibe cada uno de ellos es de $236,370 pesos
mensuales, sin contar con sus vacaciones pagadas y sus 52 días de aguinaldo,
mientras existen más de 14 millones de compatriotas que perciben un salario
entre $2,400 y 3500 pesos?
Mal
señal manda el INE para las elecciones federales y locales del próximo año en
que se renovara la Presidencia de la República. Está colocando un letrero
gigantesco al frente de su edificio con la leyenda “Candidatos y candidatas, pueden
violar cuantas veces quieran la Ley electoral, rebasar con decenas de miles de
millones de pesos los topes de campaña, yo ni los veo, ni los oigo, ni los
perseguiré”.
Habrá que prepararnos para el conflicto postelectoral que está cantado, que encabezará seguramente Andrés Manuel López Obrador, donde no me atrevo hacer un presagio de la magnitud de las consecuencias que genere porque ahora si que el pueblo se encuentra al límite de la paciencia y el sosiego. plazacaracol@hotmail.com
twitter: HELÍHERRERA.es