miércoles, 5 de julio de 2017


TIERRA DE BABEL

Jorge Arturo Rodríguez

 

México, barca de miedos y desesperanzas

 

Dirán que otra vez la burra al trigo, dale con la misma cantaleta, más pan con lo mismo (ya ni a eso llegamos), pero lo que se ve no se juzga, dicen, aunque debe de juzgarse porque las apariencias engañan: la realidad es la misma y sigue empeorando, pese a que algunos afirman que no pasa nada. Desearía comentarles algo positivo, pero sólo se me ocurre: “No por mucho madrugar amanece más temprano”, lo que me aterroriza por la película “El resplandor” de Stanley Kubrick.

         A veces ocurre que la realidad es más escabrosa y terrible que la fantasía. Como dijo Alfred Hitchcock: “Un vistazo al mundo prueba que el horror no es otra cosa más que la realidad”. Y Thomas Hobbes, en su Leviatán, nos advierte que “el Infierno es darse cuenta de la realidad demasiado tarde”.

         El mundo está hinchado de rencores -¿tumores?- y segrega pus de indiferencia y desigualdades. No hace falta buscarle mucho y encontrar muestras de descomposición humana y social. Como quiera que sea, como dice la canción “…yo pa’ arriba volteo muy poco, tu pa’ abajo no sabes mirar”. Dime con quién andas y te daré mi amistad y apoyo. Sucede entre ricos y pobres, pero también entre ricos y ricos, y entre pobres y pobres. O sea, aquí y en China.

         Se empieza desde la mirada: no nos miramos para nada; no miramos ni vemos al de al lado. ¿Acaso te conozco? Se nos fue la humildad; se nos perdió la solidaridad. Antes de poner la otra mejilla, la verdad “¡te parto tu madre!”

         México está partido en mil pedazos (las apariciones de bolsas negras con cuerpos descuartizados o desmembrados, ¿les dice algo?). Cada quien jala conforme a sus intereses, el de sus familiares, amigos, compadres y…

         La incredulidad y la desconfianza son nuestro estigma. Aunque no recuerdo quien dijo que hay más creyentes que científicos porque es más fácil creer que razonar. Igual con la desconfianza, ésta es más fácil que otorgar un milímetro de nosotros mismos al prójimo. Y todo, ¿por miedo? En alguna parte de la novela Un buzón en el cementerio, de Williams Deer, leí: “Nunca pudiste con el infierno que te arrastraba y, al final, te venciste en una barca de miedos y desesperanzas”. 

         ¿Dónde queda nuestra capacidad creativa? ¿La hay aún? Sí: la noche es larga y tenemos que andar, soñar, vigilar, vivir… Dijera Drácula: “Nadie sabe lo dulce y querida que puede ser la mañana para los ojos y el corazón, hasta que soporta los tormentos de la noche”.

 

Los días y los temas

 

En un pendón gubernamental leí que la violencia también se puede medir; les comparto el “violentómetro” (del 1 al 30): 1. Bromas hirientes; 2. Chantajear; 3. Mentir, engañar; 4. Ignorar, ley del hielo; 5. Celar; 6. Culpabilizar; 7. Descalificar; 8. Ridiculizar, ofender; 9. Humillar en público; 10. Intimidar, amenazar; 11, 12 y 13. Controlar, prohibir (amistades, familiares, dinero, lugares, apariencias, actividades, celulares, mails y redes sociales); 14. Destruir artículos personales; 15. Manosear; 16. Caricias agresivas; 17. Golpear “jugando”; 18. Pellizcar, arañar; 19. Empujar, jalonear; 20. Cachetear; 21. Patear; 22. Encerrar, aislar; 23. Amenazar con objetos o armas; 24. Amenazar de muerte; 25. Forzar a una relación sexual; 26. Abuso sexual; 27. Violar; 28. Mutilar; 29 y 30. Asesinar.

         ¿En qué grado de violencia queda usted o su próximo? Ojo, mucho ojo.

 

De cinismo y anexas

 

"Hay que ser siempre cómico en una tragedia. ¿Qué demonios se puede hacer si no?", dijo G. K. Chesterton.