TIERRA
DE BABEL
Jorge Arturo Rodríguez
México, barca de miedos y desesperanzas
Dirán que
otra vez la burra al trigo, dale con la misma cantaleta, más pan con lo mismo
(ya ni a eso llegamos), pero lo que se ve no se juzga, dicen, aunque debe de
juzgarse porque las apariencias engañan: la realidad es la misma y sigue
empeorando, pese a que algunos afirman que no pasa nada. Desearía comentarles
algo positivo, pero sólo se me ocurre: “No por mucho madrugar amanece más
temprano”, lo que me aterroriza por la película “El resplandor” de Stanley
Kubrick.
A veces ocurre que la realidad es más
escabrosa y terrible que la fantasía. Como dijo
Alfred Hitchcock: “Un vistazo al mundo prueba que el horror no es otra cosa más
que la realidad”. Y Thomas Hobbes, en su Leviatán,
nos advierte que “el Infierno es darse cuenta de la realidad demasiado tarde”.
El mundo está hinchado
de rencores -¿tumores?- y segrega pus de indiferencia y desigualdades. No hace
falta buscarle mucho y encontrar muestras de descomposición humana y social.
Como quiera que sea, como dice la canción “…yo pa’ arriba volteo muy poco, tu
pa’ abajo no sabes mirar”. Dime con quién andas y te daré mi amistad y apoyo.
Sucede entre ricos y pobres, pero también entre ricos y ricos, y entre pobres y
pobres. O sea, aquí y en China.
Se empieza desde la
mirada: no nos miramos para nada; no miramos ni vemos al de al lado. ¿Acaso te
conozco? Se nos fue la humildad; se nos perdió la solidaridad. Antes de poner
la otra mejilla, la verdad “¡te parto tu madre!”
México está partido en
mil pedazos (las apariciones de bolsas negras con cuerpos descuartizados o
desmembrados, ¿les dice algo?). Cada quien jala conforme a sus intereses, el de
sus familiares, amigos, compadres y…
La incredulidad y la
desconfianza son nuestro estigma. Aunque no recuerdo quien dijo que hay más
creyentes que científicos porque es más fácil creer que razonar. Igual con la
desconfianza, ésta es más fácil que otorgar un milímetro de nosotros mismos al
prójimo. Y todo, ¿por miedo? En alguna parte de la novela Un buzón en el cementerio, de Williams Deer, leí: “Nunca pudiste
con el infierno que te arrastraba y, al final, te venciste en una barca de
miedos y desesperanzas”.
¿Dónde queda nuestra
capacidad creativa? ¿La hay aún? Sí: la noche es larga y tenemos que andar,
soñar, vigilar, vivir… Dijera Drácula: “Nadie sabe lo dulce y querida que puede
ser la mañana para los ojos y el corazón, hasta que soporta los tormentos de la
noche”.
Los días y los temas
En un pendón
gubernamental leí que la violencia también se puede medir; les comparto el
“violentómetro” (del 1 al 30): 1. Bromas hirientes; 2. Chantajear; 3. Mentir,
engañar; 4. Ignorar, ley del hielo; 5. Celar; 6. Culpabilizar; 7. Descalificar;
8. Ridiculizar, ofender; 9. Humillar en público; 10. Intimidar, amenazar; 11,
12 y 13. Controlar, prohibir (amistades, familiares, dinero, lugares, apariencias,
actividades, celulares, mails y redes sociales); 14. Destruir artículos
personales; 15. Manosear; 16. Caricias agresivas; 17. Golpear “jugando”; 18. Pellizcar,
arañar; 19. Empujar, jalonear; 20. Cachetear; 21. Patear; 22. Encerrar, aislar;
23. Amenazar con objetos o armas; 24. Amenazar de muerte; 25. Forzar a una
relación sexual; 26. Abuso sexual; 27. Violar; 28. Mutilar; 29 y 30. Asesinar.
¿En qué grado de violencia queda usted
o su próximo? Ojo, mucho ojo.
De cinismo y anexas
"Hay que ser
siempre cómico en una tragedia. ¿Qué demonios se puede hacer si no?", dijo
G. K. Chesterton.