JUSTICIA A MODO
Por Helí
Herrera Hernández
Todo el aparato del
gobierno estatal de Veracruz esta enfrascado en retirar a Jorge Winckler Ortíz
como Fiscal.
La
única manera para lograrlo, a juicio de los asesores del titular del Poder
Ejecutivo, es mediante un juicio político seguido en el Congreso.
Allí,
los legisladores de Morena, a valores entendidos con abogados que representan a
particulares, han recibido una serie de peticiones que van en ese sentido, que
aducen estar apegadas a Derecho.
Ellos
mismos han utilizado varias veces la tribuna de la sexagésima quinta
legislatura para afirmar: ¡que exigen la destitución amparados en las leyes
veracruzanas, y que, por ser diputados, están obligados a respetarlas!
Suponiendo
sin conceder, como dicen los abogados, que las acusaciones contra el fiscal
Winkler fueran ciertas, tanto el Ejecutivo Estatal, el Secretario de Gobierno
Eric Cisneros Burgos (que nos ofreció la destitución del mismo para el 6 de
enero y no ha sucedido), y los legisladores de Morena que son inmensa mayoría
en el Congreso, tendrían razón en exigir que se aplique todo el peso de la Ley
contra él susodicho, dado que no es negociable ésta.
Hasta
allí es explicable la actitud de todos estos funcionarios, empero ¿Por qué no hacen lo mismo contra las
personas que tienen secuestrado el Palacio Municipal de Santiago Tuxtla desde
el 24 de octubre del pasado año?
Es
obligación del Secretario de Gobierno, desde que tomo posesión del cargo,
llamar, en primera instancia, a los lideres que alentaron la toma para hacerles
entender que están cometiendo un delito, y que si no lo desocupan y entregan a
su legitimo poseedor (El Cabildo), se les iniciaría una carpeta de
investigación donde serían acusados por tener, de manera ilegítima, ese
inmueble que brinda servicios públicos en beneficio de miles de habitantes de
ese municipio.
La
responsabilidad legal que tiene el Secretario de Gobierno es velar por la
tranquilidad política en todo el territorio estatal. De allí que tenga
facultades para sentarse hablar con los dirigentes de los distintos partidos
políticos, y de todas las organizaciones que accionan en Veracruz. Debe
garantizarle al Gobernador la sana convivencia de la sociedad, y eso no esta
ocurriendo en aquel municipio.
Sea
cual fuere el motivo que origino la toma del Palacio Municipal, ésta no tiene
ninguna razón de ser, y mucho menos un fundamento legal, razón por la que
debieron, en principio, el gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares haberlos
desalojado y/o, denunciarlos ante la fiscalía estatal.
¿Por qué no lo hizo?
A decir de todos los
ciudadanos de esa ciudad, del municipio y de toda esa región de los Tuxtlas,
fue porque los líderes y promotores eran de MORENA, y como el ya iba de salida,
pues decidió incumplir la ley, lo que debió, inclusive, traerle consecuencias
legales por omisión.
Y entonces quiero
entender que el Gobernador del Estado, el Secretario de Gobierno y el propio
fiscal no han procedido contra estos presuntos responsables de un delito por lo
mismo, porque son lideres del partido de don Andrés Manuel López Obrador en
Santiago Tuxtla, y eso, a entender de ellos, los hace impunes a la aplicación
también del derecho, como eso si, lo están haciendo con Wincler.
¿Porque eso esos dos raseros
para aplicar la Ley?
¿A los que no son de MORENA, todo el peso de la Ley; y a los que son
militantes de ese partido: ¿IMPUNIDAD?
Los hechos así lo
indican, porque han pasado 87 días del secuestro del Palacio municipal de
Santiago Tuxtla y las autoridades brillan por su ausencia, debido a que los
autores intelectuales y materiales son compañeros del mismo partido del Secretario
de Gobierno, de 29 diputados locales y del Gobernador del Estado.
Es increíble observar
las imágenes como solo dos personas mantienen secuestrado el Palacio, en
perjuicio de miles de santiagueños, y como si no hubiera autoridades encargadas
de aplicar la ley, para que estos hechos no sucedan, tal y como nuestras leyes
veracruzanas lo mandan.
¿Justicia a modo?
¡Usted júzguela!
Porque de serlo, el nuevo gobierno de Veracruz tiene también una
responsabilidad política, social y hasta penal, inclusive.