90 ANIVERSARIO DEL FONDO DE CULTURA ECONÓMICA. (II)
El Fondo de Cultura Económica y sus clásicos universales: “La paideia griega de Werner Jaeger.”
Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.
Ocho años después de ser fundado el FCE, surgió la colección de obras de filosofía. Según datos de la misma casa editorial, el primer libro publicado de esta colección fue: “La paideia griega.” En la actualidad la cantidad de obras clásicas disponibles en este prestigiado grupo editorial resulta enorme. Algo más, la adquisición de los libros es de fácil acceso tanto en lo económico como en la obtención del libro físico. No debemos olvidar que el FCE lo sostiene parcialmente el Estado mexicano, luego entonces, esta característica le facilita el poder ofertar los libros a un costo accesible al público lector y, tratar mediante programas de lecturas incentivar la misma.
Refiriéndonos al libro que se está analizando: “La paideia griega”, del autor alemán Werner Jaeger, debo aclarar que, si bien es un clásico de lectura insoslayable, la obra regularmente es leída por filósofos, filólogos o cualquier lector amante de la cultura griega. Puntualizando que lo puede leer cualquier público, sin duda toda persona puede leer el libro y disfrutarlo, sólo que la temática desarrollada es un estudio filológico sobre la educación en la cultura griega. El término cultura griega se antoja inabarcable, y no se si lo sea, lo que sí sé es que Jaeger realizó una investigación titánica, invaluable, especializada. El estudio filológico implica analizar los textos escritos de una cultura para tratar de comprender profundamente su impacto, desarrollo, influencia y vigencia. Esto obligó al autor a escribir una extensa investigación que abarca varios siglos de libros y autores pilares del mundo helénico.
Si inicia con Homero, ¡imagínese!, que algunos lo ubican en el siglo IX, otros en el VIII, antes de nuestra era. Jaeger hasta donde humanamente le es posible aborda todos los temas de interés concernientes a Homero, empero, se detiene en lo más importante y trascendental: la Ilíada y la Odisea. En el artículo anterior escribí brevemente sobre la importancia de Homero como el padre de la literatura griega y, por lo tanto, occidental. Asimismo, señalé que Hesíodo es el segundo gran poeta y educador. El filólogo alemán después de analizar detalladamente los autores antes citados, con todo lo que implica el contexto cultural, social y político de sus épocas, va avanzando con un propósito central consistente en: guiar al lector siglo por siglo, autor por autor, libro por libro, para que vaya sistemática y cronológicamente conociendo y comprendiendo la importancia de la educación griega, cómo fue evolucionando ésta, y así concebir porqué la cultura occidental, es decir, la nuestra, le debe tanto al mundo griego.
Después de vivir en el siglo VIII a. C., al lado de Hesíodo, abandonamos el mundo campesino y nos situaremos en Esparta. Ya estamos en pleno siglo VII a. C. Jaeger analiza los posibles orígenes del pueblo espartano, argumenta que los últimos antecedentes se pueden encontrar en los Dorios. Un cambio radical que se origina en esta sociedad consiste en que el Estado es un ente todopoderoso. Se enseña que el individuo debe estar sujeto y al servicio del Estado. Aquí aparecen dos figuras primordiales: Licurgo y Tirteo. Licurgo es un poeta, pero ante todo se convierte en el gran legislador y creador del poderoso Estado espartano. Tirteo se instituye en el poeta por excelencia de este estadio. Si Homero enseñaba a través de sus inmortales personajes como Aquiles, el valor del honor, la lealtad, la exaltación del heroísmo. Tirteo también ensalzará el valor de la guerra, sólo que no realiza el elogio al hombre individual, sino al hombre colectivo que defiende a su patria. En Tirteo no hay Aquiles, ni Odiseos, ni los Néstor, ni los Ayax. En su nuevo concepto de patria, Tirteo aborrece el individualismo y defiende vehementemente el colectivismo. Agregando que con Tirteo seguimos en el género poético, sólo que mediante la elegía. En esencia, el poeta afirmaba que el Estado debe dirigir la educación y aquí se encuentran ya los ideales de ese Estado poderoso que siglos después diseñará Platón. Sin olvidar que la rígida, conservadora y guerrera ciudad de Esparta, se confrontará en la conocida “guerra del Peloponeso” contra Atenas, y todos estos antecedentes formativos, educativos, serán la piedra angular para que después de casi treinta años de guerra, los espartanos derroten a los atenienses.
En el mismo siglo VII a. C., en lo que Esparta se estructuraba como una poderosa Polis junto a sus aliados, y, particularmente, las elegías de Tirteo y las leyes de Licurgo, conformaban a un nuevo hombre, muy subordinado al Estado. En la región de Jonia surgió una camada de poetas que contrarrestaban la visión colectivista de la educación. Estos singulares personajes son: Arquíloco, Semónides, Mimnermo y la inigualable Safo. Tal vez, los más destacados o por lo menos, los nombres más conocidos son los de Arquíloco y la poeta Safo. Estos vates apuestan por el individualismo, por la subjetividad. En sus poemas no conoceremos los grandes hechos heroicos de los inmortales personajes, al contrario, abordan temas que son netamente humanos. El yo del creador está temáticamente por encima de los dioses o de los héroes. Escribo sobre mí no por vanidad, sino por necesidad. Jaeger sobre la poeta Safo apunta: “El más alto arte de Safo consiste en la descripción de las experiencias íntimas, con realidad inmediata, sin patetismo alguno y con una simplicidad análoga a la de las canciones populares. ¿Dónde hallar algo comparable en el arte occidental hasta Goethe?” En esta misma etapa del espíritu griego, ya está muy fuerte el tema del “nomos” (la ley), y surge el concepto de “isonomía” que no es otra cosa más que la igualdad de todos ante la ley, este concepto se verá reflejado y aplicado en la Atenas de Pericles, mas ya es un tema en boga.
Arribamos al siglo VI a. C. Si Esparta podía presumir a Licurgo, en Atenas aparecerá un hombre que es el causante de la futura grandeza de esta histórica ciudad. Este hombre se llamó Solón. Sí, ese personaje que es parte de los siete sabios. Solón realizó profundas reformas constitucionales. No puede decirse que con él nació la democracia, pero si puede afirmarse que con sus reformas ayudó a disminuir la pobreza, les otorgó dignidad a los campesinos, restó poder a la soberbia clase noble. Con Solón nace la Polís a plenitud, surge de forma clara el concepto de ciudadanos. Después de Solón la ciudad de Atenas vivirá un periodo de tiranías, no obstante, el modelo de sociedad diseñado y enseñado en la época de Solón, retornará con más fuerza y por fin se logró implementar el régimen democrático.
Antes de continuar narrando, me permitiré realizar la siguiente observación. En las historias de las culturas antiguas, ninguna sociedad logró crear un pensamiento tan amplio como los griegos. Hasta aquí tenemos el nacimiento de la poesía con sus diversos subgéneros; lírica, elegía, poesía yámbica. Además, toda la creación cultural helénica tiene unidad, dicho de otra manera, aunque los géneros vayan cambiando, la temática sea diferente, toda la tradición cultural se hace una sola debido a que los artistas van crean algo nuevo partiendo del pasado y del presente cultural. El propio Hesíodo cita en sus libros a Homero, e incluso, la lírica surge de los cantos heroicos del pasado, los mitos son ocupados para distintos fines, pero mantienen su importancia educadora. En palabras claras, la tradición cultural griega se inicia con Homero y en el largo devenir de los siglos, por citar algunos ejemplos, nació con ellos la filosofía, la historia, el teatro, la retórica, se escribió en prosa, en diálogos, a pesar de ello, todo ese vasto universo es una sola cultura que influirá en la formación cultural occidental. Retornemos a la narración.
Nos mantenemos en el siglo VI a. C., vivimos en Jonia. Aquí nacerá la filosofía. Werner Jaeger sostiene que los filósofos presocráticos no tuvieron inicialmente un espíritu educador. Ellos se interesaron por tratar de investigar el origen y causa de las cosas. El primer filósofo fue Tales de Mileto, de ahí vendrán otros inmortales filósofos como Anaxímenes, Anaximandro, Pitágoras, Parménides, Heráclito, entre otros. De todos ellos no nos llegaron sus obras completas, sólo fragmentos. Un cambio trascendental se encuentra en esa actitud y pasión por el querer conocer y, sobre todo, ese conocer busca dar respuestas al hombre y hacerlo arquitecto de su destino. Desde un gusto personal, Pitágoras es atrapante. Este filósofo cree en la “metempsicosis”, en palabras nuestras: reencarnación de las almas. Esta posición pitagórica tiene su fundamento en el movimiento órfico. La alta aceptación de la postura pitagórica se comprende porque resulta ser una respuesta ante el “sentimiento oceánico” originado por la finitud del hombre. Es una condición humana cuestionarse el sentido de la vida, o, preguntarse: qué hay después de la muerte. Y si le adicionamos que la vida ordinaria nos presenta muchos momentos de tristezas, vacíos, incertidumbres, entonces, el planteamiento de un mañana esperanzador que supere al ordinario y a veces absurdo hoy, es un alivio.
Con todo este enorme y valioso devenir cultural, nació la filosofía. Aterrizaremos en los siguientes siglos y la cultura griega llegará a su momento cúspide. Todo el conjunto forma parte de la paideia griega. La educación griega. La areté griega.