domingo, 28 de mayo de 2017

Esfera Política
Ricardo Vázquez Salazar
Los alfileres que sostienen nuestro país
No se trata de ser repetitivo, el asunto es que de los temas que más preocupan a los mexicanos lo encabeza la inseguridad que continúa causando estragos a la población. La violencia se ha recrudecido en varias regiones del país. El combate a la delincuencia organizada la han dejado en manos de las instituciones que no teniendo obligación de hacerlo, las Fuerzas Armadas han asumido esa función, que no obstante todas las bajas de elementos que han sufrido, en diferentes circunstancias, siguen soportando menosprecios, calumnias y agresiones verbales, aunque no se reconozca, ¡Las Fuerzas Armadas son los alfileres que sostienen a México! Sostén que está  entrando a una fase delicada.     
Hasta hace unos días el tema era noticia exclusiva del vecino país del norte, en lo referente al suicidio, convertido en la causa de muerte más frecuente entre los militares estadounidenses que la guerra en sí. Las cifras lo confirman, cada día se quita la vida un militar que ha regresado de una zona de conflicto, el número total de soldados que se suicidaron desde que volvieron de Afganistán supera a la cantidad de militares muertos en combate en esa nación.
El síndrome de estrés postraumático, PTSD, por sus siglas en inglés, es el trastorno más frecuente, por encima de la depresión y el abuso de sustancias. El PTSD es un problema muy significativo entre los veteranos y el personal militar puesto que es uno de los trastornos más comunes que afecta a los individuos que viven una experiencia traumática durante el servicio militar, como por ejemplo la exposición a una zona de guerra, lo reveló en su momento Paula Schnurr, vicedirectora del Centro Nacional para el PTSD en Estados Unidos.
El hecho de ver agonizar desmembrados a sus compañeros militares, lo mismo que presenciar la trágica muerte de personas inocentes, muchas veces niños, para los elementos castrenses en combate debe ser una experiencia imposible de olvidar.
En México, A más de 10 años de que los elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional, Sedena, se integraron a las labores de seguridad y lucha contra el narcotráfico en México, se ha documentado que esas actividades les han sumado experiencias de mucha presión al ser actores y testigos de infinidad de hechos violentos que les genera estrés postraumático.
Las funciones que se les han encargado desde entonces son policiales y no militares.
Son funciones que no les competen ni son de su atribución, señala Martín Gabriel Barrón Cruz, especialista en temas de seguridad e investigador del Instituto Nacional de Ciencias Penales, Inacipe.
Aunado a esto, señala Barrón Cruz, enfrentan “una serie de problemas que incluye los ritmos de trabajo con horarios inadecuados de 24 por 24 por 24… O sea: no hay descanso”.
También el ámbito familiar de los elementos se ha visto deteriorado. Gloria López Santiago, sicóloga criminal y forense, destaca que estos horarios les ocasionan un estrés laboral y el distanciamiento de sus familias, “muchos tienen problemas de separaciones, divorcios o no hay contacto con los hijos”.
A esto hay que agregarle la situación de estar en combate constante y la sensación de desamparo, señala Gustavo Fondevila, especialista en seguridad y académico del Centro de Investigación y Docencia Económicas, CIDE.
 
A decir de los expertos, estos factores, entre otros, los han afectado de manera emocional y pueden derivar en padecimientos como depresión y ansiedad.
Un daño colateral de la guerra contra el narco puede observarse en los 110 militares de la Sedena que se suicidaron, 5 del sexo femenino y 105 masculino, del 1 de diciembre de 2006 al 31 de diciembre de 2016, en donde la Ciudad de México, Estado de México y Guerrero están a la cabeza, con 46 suicidios, de acuerdo con varias solicitudes de información obtenidas vía Transparencia.
En 2006 ningún soldado se quitó la vida, y, tras anunciarse el inicio de la guerra contra los cárteles de la droga, se mantiene un ritmo promedio de 11 suicidios al año, salvo en 2012, cuando 19 castrenses se suicidaron: 2006 con 0; 2007 con 15; 2008 con 10; 2009 con 14; 2010 con 15; 2011 con 17; 2012 con 19; 2013 con 15; 2014 con 2; 2015 con 1; 2016 con 2.
Lo que se refiere a las afectaciones a los militares en nuestro país, en parte  reproducimos fragmentos de lo publicado el fin de semana por el diario El Universal, que indica que son datos de la Sedena, por lo que faltaría conocer las lamentables cifras de bajas por estas circunstancias que se hayan registrado en integrantes de la Fuerza Aérea y la Marina Armada de México.  
Si bien la nota menciona que no se puede afirmar que todos los suicidios tengan que ver con las tareas de lucha contra el crimen organizado, el estrés postraumático es posible que sea inminente.
Aunque muchos están renuentes a aceptarlo, parecería exagerado decir que soldados y marinos son los que sostienen a este país.
En la vapuleada y debilitada democracia mexicana, de no ser por los elementos castrenses, en estos momentos los tentáculos de la delincuencia organizada tendrían el control absoluto.
En el proceso electoral en curso, candidatos a gobernadores y alcaldes estarían impuestos y representados por los capos de la delincuencia organizada, sin poder descartar que lleguen a existir casos que en realidad así sea.
Lo grave es que le sigan cargando mayor peso al que ya están soportando las Fuerzas Armadas para que puedan seguir sosteniendo nuestro país.   
rvazquez002@yahoo.com.mx